1. Tú no quieres sufrir. Tal vez creas que el sufrimiento te puede aportar algo, y puede que en cierta medida todavía creas que te aporta algo que deseas. Esta creencia, no obstante, ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido. Aún no ha desaparecido, mas ya no tiene las raíces que en un tiempo la sujetaban con firmeza a los ocultos y tenebrosos recovecos de tu mente.
2. Hoy trataremos de disminuir aún más su debilitado agarre, y de darnos cuenta de que el dolor no tiene objeto, ni causa, ni poder alguno con que lograr nada. No puede aportarte nada en absoluto. No te ofrece nada y no existe. Y todo lo que crees que te ofrece es tan inexistente como él. Has sido esclavo de algo que no es nada. Sé libre hoy de unirte a la feliz Voluntad de Dios.
3. Durante varios días continuaremos dedicando nuestras sesiones de práctica a llevar a cabo ejercicios que han sido diseñados para ayudarte a encontrar la felicidad que la Voluntad de Dios ubicó en ti. Ahí se encuentra tu hogar y tu seguridad. Ahí se encuentra tu paz y ahí no hay miedo. Ahí se encuentra la salvación. Ahí por fin encuentras descanso.
4. Da comienzo hoy a tus sesiones de práctica con esta declaración de que aceptas lo que la Voluntad de Dios dispone para ti:
Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.
Y acepto ahora la felicidad como mi función.
Busca entonces esa función en lo más recóndito de tu mente, pues está ahí, esperando tan sólo tu decisión. No puedes dejar de encontrarla una vez que te des cuenta de que ésa es tu decisión y de que compartes con Dios Su Voluntad.
5. Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad. No tienes por qué ser menos amoroso con el Hijo de Dios que Aquel Cuyo Amor lo creó tan amoroso como Él Mismo. Además de estos descansos de cinco minutos cada hora, haz frecuentes pausas hoy para decirte a ti mismo que ahora has aceptado la felicidad como tu única función aquí. Y ten por seguro que al hacer esto te estarás uniendo a la Voluntad de Dios.
Tu no quieres sufrir.
Esto obviamente no es así, porque de principio a fin, nuestras vidas están llenas de sufrimiento. Si es nuestro sueño, ¿a quién podemos culpar sino a nosotros mismos, el soñador del sufrimiento?
La enfermedad es una forma de magia. Podría ser mejor decir que es una forma de solución mágica. El ego cree que castigándose a sí mismo mitiga el castigo de Dios (T-5.V.5:4-6).
El sufrimiento prueba que otros nos han hecho esto; nosotros somos las víctimas y ellos los victimarios. Por lo tanto, ellos merecen castigo en vez de nosotros. Esto es válido tanto si hablamos de una persona a la que acusamos de hacernos daño como si se trata de un microorganismo que nos enferma. Independientemente de la forma, el enemigo es externo a nuestras mentes, merecedor de castigo y derrota:
El sufrimiento prueba que somos cuerpos, y si es así, tenemos razón, y Dios y Jesús están equivocados. De hecho, si tenemos razón, Dios no existe en absoluto:
La enfermedad es una elección; una decisión....un método, concebido en la locura, para colocar al Hijo de Dios en el trono de su Padre. Dios es visto como exterior, feroz y poderoso, deseoso de conservar todo el poder para sí mismo. Sólo con Su muerte puede ser vencido por Su Hijo (M-5.I.1:4,7-9).
Mientras creamos que la enfermedad y el sufrimiento nos traen la inocencia y la vida que queremos, no tendremos motivación para dejarlos ir.
Jesús no nos pide que dejemos ir nuestro sistema de pensamiento, sino que comencemos el proceso de cuestionarlo. ¿Es realmente mejor para mí aferrarme a estos "pecados secretos y odios ocultos" (T-31.VIII.9:2)? ¿Mantener estos agravios? Después de un tiempo, ninguna de las cosas del mundo nos da lo que queremos, o realmente nos hace felices. Pensamos que traen alivio de la pena de nuestra culpa, pero todo a lo que conducen es al aumento de la culpa, revelando así el propósito del ego desde el principio.
Jesús nos lo está diciendo: "No espero que te liberes del sufrimiento. De hecho, sé que aún no se ha ido. Sin embargo, te pido que seas abierto, permitiéndome al menos ayudarte a cuestionar la validez de tu forma de vida".
Al mismo tiempo que Jesús nos dice que sabe que nos aferramos al sufrimiento, dice: "En virtud del hecho de que has llegado tan lejos conmigo, ya hemos dado un gran paso hacia el cuestionamiento de tu sistema de pensamiento. Por lo tanto, no digas que no puedes dejarlo ir, porque ya estás bien encaminado en el proceso". Sin embargo, cuando chocamos contra el muro de piedra del pecado y la culpa, decimos que es imposible aprender un Curso de Milagros y que no podemos hacerlo. Esto, entonces, se convierte en nuestra justificación para volver a nuestros viejos "amigos", relaciones especiales. Sin embargo, Jesús no lo compra y nos reitera su mensaje: "Ya sabes más de lo que piensas, porque te das cuenta de que lo especial no funciona. Todavía puedes aferrarte a la necesidad de sufrir, pero otra parte de ti ha crecido lo suficientemente fuerte como para que al menos pueda dar un paso atrás y cuestionar conmigo lo que estás haciendo".
Volvemos al principio de causa y efecto. "El dolor no tiene sentido porque ahora nos damos cuenta de que nuestro propósito -mantenernos separados de Dios- no tiene sentido. Una vez que el propósito ha desaparecido, no puede tener ningún efecto. Así se debilita el dolor, y eventualmente se niega.
En verdad, nada nos impide unirnos a "la feliz Voluntad de Dios", simbolizada para nosotros por Jesús. Hemos sido "esclavos de nada", lo que significa que hemos sido esclavizados por nuestra decisión equivocada, que no tuvo ningún efecto. Sin efectos, no puede haber causa; y sin causa, el dolor no existe.
Recuerda, el secreto y la culpa son lo mismo, porque la culpa no puede permanecer a la luz de nuestra conciencia. Cuando somos llevados a la culpabilidad sostenida por el Espíritu Santo, la culpabilidad ya no puede ser protegida por los centinelas oscuros de la defensa. Y así desaparece:
La luz tranquila en la que habita el Espíritu Santo en vosotros es sólo una apertura perfecta, en la que nada se esconde y por tanto nada es temible.... No hay tinieblas que no disipen la luz del amor, a no ser que esté oculta a la beneficencia del amor. Lo que se mantiene separado del amor no puede compartir su poder curativo, porque ha sido separado y mantenido en la oscuridad. Los centinelas de las tinieblas lo vigilan cuidadosamente, y tú que hiciste de la nada a estos guardianes de la ilusión ahora les temes.... Pero déjalos ir, y lo que era temible ya no lo será más. Sin la protección de la
oscuridad sólo queda la luz del amor, porque sólo ésta tiene sentido y puede vivir en la luz. Todo lo demás debe desaparecer (T-14.VI.2:1,3-5; 3:6-8).
Sin las ilusiones de la defensa, la felicidad llega por fin para reemplazar nuestro dolor.
Nos comprometemos a recordar tantas veces como podamos que nuestra función de perdón espera nuestra decisión, porque sólo allí podemos encontrar la felicidad que merecemos como Hijo de Dios. El sufrimiento no es la voluntad de Dios, sino su distorsión. Sin embargo, viniendo simplemente de nuestra elección equivocada, el dolor se corrige fácilmente.
Merecemos ser felices, y eso es lo que necesitamos recordar a lo largo del día. Tampoco debemos olvidar que la felicidad debe ser compartida con todos, de lo contrario no puede expresar la Unidad de la Voluntad de Dios. Puesto que el Hijo de Dios es uno, su felicidad también debe ser una.
Propósito:
Soltar todavía más tu creencia de que el dolor te ofrece algo. Darte cuenta de que el sufrimiento no tiene ningún beneficio, ni propósito, ni realidad. Darte cuenta de que lo que quieres es la misma felicidad que Dios quiere para ti.
Comentario:
“Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz”.
Qué estupendo que el Libro de Ejercicios va a pasar varios días dedicado a “ejercicios que han sido diseñados para ayudarte a encontrar la felicidad que Dios ubicó en ti”. Me doy cuenta de que no estoy intentando “hacerme feliz” sino intentando llegar a la felicidad que ya existe en mí. Un gurú americano (llamado Da Free John, ahora conocido como Adi Da) dijo una vez: “Ya eres siempre feliz”. Esa frase se me quedó en la mente, y está de acuerdo con lo que el Curso dice acerca de la felicidad.
El Ser que existe en mi interior siempre es feliz. Dios lo creó feliz, la Voluntad de Dios “puso” la felicidad dentro de mí. No estoy intentando crear la felicidad, estoy simplemente intentando encontrarla dentro de mí, descubrirla allí.
Nuestra creencia en el mérito del sufrimiento se opone a la felicidad. La lección no espera que estemos ya totalmente libres de esta creencia en el sufrimiento. “Esta creencia, no obstante, ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido”. Esta creencia es lo que se ha puesto encima de nuestra felicidad original, ocultándola y haciéndonos sentir el dolor y el sufrimiento. Nuestra felicidad está escondida debajo de capas de dolor únicamente porque creemos que el dolor tiene algún valor para nosotros. Y sé que por lo menos pongo en duda esta creencia. No quiero sufrir, por supuesto que no. Sin embargo, si sufro yo lo he elegido así, no porque quiera el dolor sino porque quiero lo que creo que el dolor me dará. El mensaje de la lección acerca de esto es: “el dolor no tiene objeto, ni causa, ni poder alguno con que lograr nada". No sólo eso, sino que todo lo que creo que me dará el dolor carece de existencia igualmente. Todo ello es un espejismo engañoso que el ego hace aparecer como por arte de magia con el fin de impedirnos nuestra eterna felicidad en Dios.
Así pues, hoy afirmamos que compartimos con Dios Su Voluntad de que seamos felices. Afirmamos que queremos ser felices. Sencillamente ser lo que Dios creó como nuestra función. “Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad”. La frase siguiente habla de ser menos amoroso con nuestros hermanos que lo que lo es Dios, y dice que no hay necesidad de ello. La tristeza es nuestra “excusa” para ser menos amorosos que Dios. ¿Cómo puedo abrirte mi corazón lleno de amor cuando estoy triste? Al elegir ser feliz me estoy permitiendo ser completamente amoroso. El Curso siempre parece hacer estas interesantes relaciones entre cosas que nunca se me ocurrirían a mí, pero que son muy claras cuando las muestra.
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