No se me pide que acepte la salvación sobre la base de una fe ciega. Pues Dios ha prometido que oirá mi llamada y que Él Mismo me contestará. Déjame aprender mediante mi experiencia que esto es verdad, y es indudable que llegaré a tener fe en Él. Esa es la fe que no se quebranta y que me llevará cada vez más lejos por la senda que conduce hasta Él. Pues así estaré seguro de que Él no me ha abandonado, de que aún me ama y de que sólo espera a que yo lo llame para proporcionarme toda la ayuda que necesite para poder llegar a Él.
Padre, te doy las gracias porque sólo con que ponga a prueba Tus promesas jamás tendré la experiencia de que no se cumplen. Permítaseme, por lo tanto, ponerlas a prueba en vez de juzgarlas. Tú eres Tu Palabra. Tú provees los medios a través de los cuales arriba la convicción, haciendo así que por fin estemos seguros de Tu eterno Amor. (UCDM. L-327)
Comentario:
El pensamiento de la lección parece ser: “Éstas son las promesas de Dios. Ponlas a prueba y comprueba por ti mismo que Él las dice de corazón”. La lección nos dice que podemos “aprender mediante la experiencia que esto es verdad”. Sugiere que tomemos las promesas y las pongamos “a prueba”.
Mi confianza en el Curso ha aumentado con los años y continúa aumentando al continuar probando sus promesas. Nos da instrucciones muy claras para el Libro de Ejercicios, y promete que cambiará nuestra manera de pensar acerca de todos y de todo en el mundo. Promete paz mental. Promete la liberación de la culpa. Y lo que estoy descubriendo es que, cuando hago un sincero esfuerzo en HACER lo que me dice que haga, siento lo que dice que sentiré. Resumiendo: funciona.
Podemos sentarnos y juzgar lo que dice el Curso hasta ponernos morados, podemos discutir si El Curso cumplirá o no lo que dice, y no aprenderemos nada. Pero si lo hacemos, si lo probamos, si practicamos lo que dice que hagamos, ciertamente descubriremos que realmente funciona, y nuestra seguridad en su verdad será total y absoluta.
¿Qué es la creación? (Parte 7)
L.pII.11.4:1-3
“Nosotros, los Hijos de Dios, somos la creación”.
Existimos. Ya que todo lo que existe es creación de Dios, y la creación es el Hijo de Dios; tenemos que ser la creación de Dios.
“Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá de todos nuestros temores, todavía hay certeza” Dudamos de la Totalidad porque hemos inventado circunstancias (todo este mundo) en el que la “parte” parece ser la única realidad. Tenemos miedo de la Totalidad porque parece amenazar nuestra parte. A pesar de esta locura de identificarnos sólo con la parte, seguimos siendo la Totalidad. La Totalidad sigue sin haber cambiado. No puede ser dividida ni dañada en ningún modo. Por eso, la Totalidad todavía existe y todavía nos llama.
No importa lo fuerte que sea la ilusión de la separación, en cada parte sigue estando la Totalidad. Y la Totalidad, nuestro verdadero Ser, sigue estando seguro de Sí Mismo. Es sólo la ‘parte’ la que duda y tiene miedo, imaginándose falsamente separada de la Totalidad. Lo que soy, y lo que tú eres (que es Lo Mismo) se conoce a Sí Mismo con un conocimiento lleno de seguridad. Ésa seguridad que está en nuestra Totalidad es con lo que estamos intentando ponernos en contacto. El recuerdo de Dios y de lo que somos está dentro de nosotros, en la Totalidad que hemos negado y dejado aparte en nuestro loco intento de ser partes separadas. Al conectarnos unos con otros nos conectamos con esa Totalidad, y al hacerlo, recordamos a Dios.
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