miércoles, 31 de enero de 2024

Lección 31 “No soy víctima del mundo que veo”

 





1. La idea de hoy es la introducción a tu declaración de emancipación. Una vez más, la idea debe aplicarse tanto al mundo que ves fuera de ti como al que ves dentro. Al aplicar la idea de hoy lo haremos de una manera que se utilizará cada vez más, con ciertas modificaciones que ya se irán indicando. En general, esta manera de practicar comprende dos aspectos: uno en el que aplicas la idea de manera más prolongada, y otro en el que haces frecuentes aplicaciones de la idea en el transcurso del día.

2. La idea de hoy requiere dos sesiones de práctica más largas que de costumbre, una por la mañana y otra por la noche. Se recomiendan de tres a cinco minutos para cada una de ellas. Durante ese intervalo, mira lentamente a tu alrededor mientras repites la idea dos o tres veces. Luego cierra los ojos y aplica la idea a tu mundo interno. Te liberarás de ambos al mismo tiempo, pues el interno es la causa del externo.

3. Mientras exploras tu mundo interno permite simplemente que cualquier pensamiento que cruce tu mente llegue hasta tu conciencia, obsérvalo por un instante, y luego reemplázalo con el siguiente. Trata de no establecer ninguna jerarquía entre ellos. Observa su ir y venir tan desapasionadamente como puedas. No te detengas en ninguno en particular, sino trata de mantener un ritmo uniforme y calmado, sin ningún marcado interés por tu parte. Mientras estés sentado observando tus pensamientos serenamente, repite la idea de hoy en tu interior tan a menudo como quieras, más sin ninguna sensación de premura.

4. Repítela además tan frecuentemente como puedas en el transcurso del día. Recuerda que al hacerlo estás haciendo una declaración de independencia en nombre de tu propia libertad. Y en tu libertad radica la libertad del mundo.

5. La idea de hoy es también especialmente útil como respuesta a cualquier tipo de tentación que pueda presentarse. Es una declaración de que no vas a sucumbir a ella, aprisionándote así a ti mismo.




Propósito: Empezar a declarar tu liberación.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como puedas (se sugiere varias veces por hora). Repite la idea. Mientras lo haces, conscientemente recuerda que estás declarando tu liberación de toda causa externa, y liberando a otras mentes en el proceso. Intenta repetirla con ese ánimo, te llevará cinco segundos.

Respuesta a la tentación: Cuando sientas que estás siendo víctima de algo del mundo. Repite la idea. Sacarás más de ella si lo dices como una declaración de que te niegas a ser esclavo de acontecimientos externos y de las reacciones de tu ego.

Como ya te habrás dado cuenta al leer la lección de hoy, no hay mucho pensamiento metafísico en ella. De hecho no hay nada, excepto en el pensamiento que lo encabeza. El resto de la lección son instrucciones de práctica. Así que mis comentarios seguirán la misma línea.

Sin embargo, el título de la lección es completo en sí mismo. Si piensas en ello, es sorprendente en cuántas maneras diferentes nos vemos a nosotros mismos como víctimas del mundo. Vamos por la vida sintiéndonos víctimas: del tiempo, del pelmazo que te interrumpe el tráfico o que te quita el aparcamiento que buscas, del disco del ordenador cuando pierde tu archivo, de tu compañero de piso que te deja sin agua caliente justo antes de ducharte, del servicio lento del restaurante, del tráfico que te retrasa para una cita. Por supuesto, luego están las personas que a propósito y con mala intención te aterrorizan en la ciudad (o quizá en tu casa).

Afirmar “No soy víctima del mundo que veo” es liberador y poderoso. Es asombroso cómo estas simples palabras pueden hacer desaparecer los sentimientos de debilidad e impotencia. ¡Pruébalo! Te gustará.

Aunque parezca mentira, también nos sentimos víctimas de enemigos invisibles, ¡incluso de nuestros propios pensamientos! ¿Has tenido alguna vez un ataque de ansiedad? ¿Has sentido que Hacienda te saca los ojos? ¿Te has sentido víctima de un “sistema” injusto? ¿Acosado por las dudas de ti mismo? El mundo exterior no te ataca más que tu mundo interior. “Te liberarás de ambos al mismo tiempo pues el interno es la causa del externo”.

Recuerda:
“Se te pide únicamente que apliques las ideas tal como se te indique. No se te pide que las juzgues. Se te pide únicamente que las uses. Es usándolas como cobrarán sentido para ti, y lo que te demostrará que son verdad”. (L.In.8:3-6)

Aquí, de nuevo, Jesús está dejando claro que lo interno y lo externo son uno y lo mismo. Los ejercicios, entonces, tienen que ver con la aplicación de la idea tanto a lo que percibes fuera de ti como a lo que piensas dentro de tu propia mente. Se nos sigue recordando que lo interno es la causa de lo externo. Este tema de causa y efecto adquiere cada vez más importancia a medida que avanza la enseñanza y se profundiza nuestra comprensión.

Si, contrariamente a lo que Jesús ha estado diciendo, creemos que la forma en que nos sentimos es el resultado de la forma en que la gente nos ha tratado, estamos diciendo que la causa está fuera de nosotros: lo externo es la causa de lo interno. Este enfoque nos hace absolutamente indefensos en este mundo, porque aunque tengamos la ilusión de poder controlar algunas cosas, es muy poco lo que podemos hacer para controlar todo lo que nos afecta en el mundo. Después de todo, nuestros cuerpos fueron hechos para ser frágiles y vulnerables, y de hecho lo son.

Si, por otro lado, invertimos esto y vemos que la causa está dentro, no importa lo que suceda fuera, porque ahora tenemos el control de lo que sentimos: nuestras reacciones a los acontecimientos externos. Hemos aprendido que lo que sentimos y experimentamos proviene de una elección que hemos hecho. Mucho más tarde en el libro de trabajo Jesús dice que estamos en control del universo (por ejemplo, Lección 253). Como ya hemos discutido, si elegimos el ego como nuestro maestro, percibimos y experimentamos el mundo de una manera. Si tomamos a Jesús como nuestro maestro, lo percibimos y experimentamos en otro. Nosotros, por lo tanto, somos los determinantes de nuestras experiencias. Esa es la importancia de esta lección, una importancia que no hay que subestimar, ya que contiene el núcleo de las enseñanzas de Jesús en Un Curso de Milagros.

Esto es similar a muchos ejercicios budistas de entrenamiento mental. La idea es simplemente observar los pensamientos en tu mente. Si tú los estás observando, ¿Quién eres tú que los estás observando? Esa es la clave. Terminarás dándote cuenta de que el tú que estás observando los pensamientos en tu mente, así como tus percepciones afuera, es el que toma las decisiones, la parte de tu mente que elige entre el ego y el Espíritu Santo, las ilusiones y la verdad. No es el tú en el que normalmente piensas, porque algunos de los pensamientos que estarás observando serán pensamientos sobre ti mismo. Jesús está así comenzando el proceso de entrenarnos para disociarnos, en el sentido positivo de la palabra, de la identificación del ego que hemos hecho realidad. Si miro mis pensamientos-y lo que estoy viendo es mi ego en acción, ya sea en forma positiva o negativa-el yo que observa no es el yo que creo que soy. Es, de nuevo, el que toma las decisiones.

Vemos aquí de nuevo la instrucción acerca de las repeticiones frecuentes, que esperamos nos lleven a aplicaciones frecuentes de la sabiduría de la lección para ayudarnos a llevar nuestras ilusiones tontas a la sabia verdad que el Espíritu Santo tiene para nosotros en nuestras mentes. En mi libertad "reside la libertad del mundo" porque el mundo es parte de mí. Inventé este mundo, que es un producto de mis pensamientos. Si esto cambia, mi mundo tiene que cambiar. Jesús no habla de liberar al mundo, ni de liberarlo de sus sufrimientos, ni de hacer nada con el mundo exterior. Él está hablando sólo de nuestra percepción del mundo; el único mundo que realmente existe.

El lenguaje de Un Curso de Milagros, especialmente en el libro de trabajo, sugiere fuertemente que Jesús está hablando realmente de salvar un mundo externo. Los cristianos siempre han hablado así. Primero fue Jesús quien iba a ser el salvador del mundo, y ahora nosotros, como sus discípulos, vamos a salvarlo también. En el Curso Jesús usa los mismos términos que se han usado en el cristianismo tradicional, pero les ha dado un significado totalmente diferente. Estas lecciones explican esta diferencia de significado. Por ejemplo, la Lección 186 se titula "La salvación del mundo depende de mí"; sólo mi mundo debe ser salvado. A medida que cambie de opinión y me libere de la tiranía del ego, el mundo que percibo y experimento también se salvará. Una vez más, Jesús no está hablando de nada externo. Cabe señalar aquí, aunque volveremos sobre este importante punto más adelante, que esto no debe tomarse como una excusa para no hacer nada en el mundo. Más bien, se nos pide que seamos pasivos ante el ego, pero bastante activos ante el Espíritu Santo, cuyo Amor guía automáticamente nuestros pensamientos, palabras y acciones.

Es por eso que estos pasajes deben ser leídos muy cuidadosamente y guardados en el contexto de lo que Jesús ha estado enseñando. Si no hay un mundo exterior, ¿Cómo puede haber un mundo ahí fuera que tenga que ser salvado? Es cuando los estudiantes de Un Curso de Milagros quieren hacer realidad sus egos que sacan frases fuera de contexto sin entender su trasfondo metafísico, y luego hacen que el Curso parezca decir exactamente lo contrario de lo que realmente está diciendo.

Al final del texto Jesús describe la tentación como creer que somos un cuerpo, victimizado por fuerzas fuera de nuestro control:

La lección que la tentación siempre quiere enseñar, en cualquier forma en que se presente e independientemente de donde ocurra, es ésta: quiere persuadir al Hijo de Dios de que él es un cuerpo, nacido dentro de lo que no puede sino morir, incapaz de librarse de su flaqueza y condenado a lo que el cuerpo le ordene sentir. El cuerpo fija los límites de lo que el Hijo de Dios puede hacer. El poder del cuerpo es la única fuerza de la que el Hijo de Dios dispone y el dominio de éste no puede exceder el reducido alcance del cuerpo. ¿Querrías seguir siendo eso? (T-31.VIII.1:1-2).

La elección del Espíritu Santo y Su sistema de pensamiento cambia nuestra identificación del cuerpo a la mente, que es la causa de todo lo que el cuerpo hace y siente. Así nos liberamos por fin de la esclavitud del ego.

lunes, 29 de enero de 2024

Lección 30 “Dios está en todo lo que veo porque Dios está en mi mente”





1. La idea de hoy es el trampolín a la visión. Por medio de esta idea el mundo se abrirá ante ti, y al contemplarlo verás en él lo que nunca antes habías visto. Y lo que antes veías ya no será ni remotamente visible para ti.

2. Hoy vamos a intentar un nuevo tipo de "proyección". No vamos a tratar de deshacernos de lo que no nos gusta viéndolo afuera. En lugar de ello, trataremos de ver en el mundo lo que está en nuestras mentes, y lo que deseamos reconocer se encuentra ahí. Así pues, estamos tratando de unirnos a lo que vemos, en vez de mantenerlo separado de nosotros. Ésa es la diferencia fundamental entre la visión y tu manera de ver.

3. La idea de hoy debe aplicarse tan frecuentemente como sea posible a lo largo del día. Cada vez que tengas un momento, repítela lentamente para tus adentros, mirando a tu alrededor y tratando de comprender que la idea es aplicable a todo lo que ves ahora o podrías ver ahora si estuviese al alcance de tu vista.

4. La verdadera visión no está limitada por conceptos tales como "cerca" o "lejos". Para que te vayas acostumbrando a esta idea, trata de pensar, a medida que aplicas la idea de hoy, en cosas que estén más allá de tu alcance visual, así como en aquellas que de hecho puedes ver.

5. La verdadera visión no sólo no está limitada por el espacio ni la distancia, sino que no depende en absoluto de los ojos del cuerpo. La mente es su única fuente. Como ayuda adicional para que te vayas acostumbrando cada vez más a esta idea, dedica varias sesiones de práctica a aplicarla con los ojos cerrados, usando cualquier tema que te venga a la mente, mirando en tu interior en vez de afuera. La idea de hoy es aplicable por igual tanto a lo uno como a lo otro.




Propósito: Aprender una nueva manera de ver. En este tipo de visión, lo que ves no procede del mundo externo, a través de los ojos del cuerpo, o de proyectar tus ilusiones sobre el mundo. En lugar de ello, procede de “proyectar” la verdad que está en tu mente sobre todo lo que ves.

Así como la lección de ayer era “el pilar” de la visión (L.29.1:5), la idea de hoy es el “trampolín” de la visión. El pilar es que Dios está en todo lo que veo. Saber que esto es así “porque Dios está en mi mente” es lo que nos empuja de la simple vista a la visión.

“Por medio de esta idea el mundo se abrirá ante ti, y al contemplarlo verás en él lo que nunca antes habías visto. Y lo que antes veías ya no será ni remotamente visible para ti”.

Para entender de lo que el Curso está hablando, es esencial el hecho de que lo que vemos está causado directamente por lo que está en nuestra mente. La idea que se tiene sobre lo que vemos es que algo de fuera causa una impresión en mi mente a través de los sentidos. La realidad es al contrario, según el Curso: Los pensamientos de mi mente son proyectados fuera y causan lo que veo. “La proyección da lugar a la percepción”, dice el Texto en dos lugares distintos (T.13.V.3:5; T.21.In.1:1; comparar con T.10.In.2:7).

Lo que esta lección intenta enseñarnos es “un nuevo tipo de proyección”. Podemos llamarla “proyección positiva”. En lugar de usar la proyección para librarnos de los pensamientos con los que nos sentimos incómodos, estamos intentando ver en el mundo lo que queremos ver en nuestra mente. Lo que quiero ver es mi propia inocencia. Por lo tanto, intento ver al mundo como inocente. Estoy eligiendo mis pensamientos e intencionadamente “proyectándolos” sobre el mundo. Quiero verme a mí mismo como si tuviera a Dios en mi mente, y por eso elijo ver a todo como si tuviera a Dios.

Si todas las cosas albergan a Dios, y yo albergo a Dios, entonces estamos unidos. “Así pues, estamos tratando de unirnos a lo que vemos, en vez de mantenerlo separado de nosotros. Ésa es la diferencia fundamental entre la visión y tu manera de ver”. Nuestra forma habitual de ver da importancia a las diferencias y distinciones, la visión da importancia a la semejanza.

“La verdadera visión no sólo no está limitada por el espacio ni la distancia, sino que no depende en absoluto de los ojos del cuerpo”. Con cada lección se va haciendo más claro que la visión de la que se habla no tiene ninguna relación con nuestra vista física. En el sistema de pensamiento del Curso, nuestros ojos no ven en absoluto, son simplemente medios para el engaño. Podemos incluir en nuestra visión cosas que están más allá del alcance de mi vista física. Es una forma de ver con nuestra mente, no con nuestros ojos. “La mente es su única fuente”.

Ahora recuerdo nuestra lección anterior: “Por encima de todo quiero ver” (Lección 28) con un propósito más firme y decidido. Quiero la visión, quiero esta otra forma de ver que contempla a Dios en todo y en todas partes. La quiero porque, de alguna manera sé desde lo más profundo de mí que si puedo contemplar las cosas de esa manera, también podré contemplarme de esa misma manera a mí mismo. Si puedo verte como un Hijo de Dios, santo, inocente y sin culpa, sabré que estoy viendo un reflejo de mí mismo. Quiero verme a mí mismo de esa manera, por tanto, quiero verte a ti de esa manera.

Dios está en mi mente. El mundo refleja lo que está en mi mente. Entonces, ¿Cómo quiero ver al mundo? ¿Estoy decidido a ver al mundo con Dios en él? Si no lo estoy, sólo refleja que no estoy dispuesto y tengo miedo de ver Su Presencia en mi mente.

domingo, 28 de enero de 2024

Lección 29 "Dios está en todo lo que veo".

 





1. La idea de hoy explica por qué puedes ver propósito en todo. Explica por qué nada está separado, por sí mismo o en sí mismo. También explica por qué nada de lo que ves tiene significado alguno. De hecho, explica cada una de las ideas que hemos usado hasta ahora, y también todas las subsiguientes. La idea de hoy es el pilar de la visión.

2. Es probable que a estas alturas te resulte muy difícil entender la idea de hoy. Puede que creas que es tonta, irreverente, insensata, graciosa e incluso censurable. Ciertamente Dios no está en una silla tal como tú la ves. No obstante, ayer subrayamos que una simple mesa comparte el propósito del universo. Y lo que comparte el propósito del universo comparte el propósito de su Creador.

3. Trata hoy, pues, de comenzar a aprender a mirar a todas las cosas con amor, con aprecio y con una mentalidad abierta. Ahora mismo no las ves. ¿Cómo podrías saber lo que en ellas se encierra? Nada es como a ti te parece que es. Su santo propósito está más allá de tu limitado alcance. Cuando la visión te haya mostrado la santidad que ilumina al mundo, entenderás la idea de hoy perfectamente. Y no entenderás cómo pudo jamás haberte resultado difícil.

4. Nuestras seis sesiones de práctica, de dos minutos cada una, deben seguir la norma habitual: comienza repitiendo la idea en tu interior y luego aplícala a aquellos objetos seleccionados al azar que estén a tu alrededor, nombrando específicamente cada uno de ellos. Trata de evitar la tendencia a dirigir la selección, que, en el caso de la idea de hoy, puede ser una gran tentación debido a su naturaleza totalmente extraña. Recuerda que cualquier orden que tú intentes imponer le es igualmente extraño a la realidad.

5. Debes, por lo tanto, evitar al máximo ser tú mismo quien dirige la selección de objetos. Una lista adecuada podría incluir, por ejemplo:

Dios está en este perchero.
Dios está en esta revista.
Dios está en este dedo.
Dios está en esta lámpara.
Dios está en ese cuerpo.
Dios está en esa puerta.
Dios está en esa papelera.

Además de repetir la idea de hoy durante las sesiones de práctica asignadas, repítela como mínimo una vez por hora, mirando lentamente a tu alrededor mientras repites las palabras para tus adentros sin prisa. Por lo menos una o dos veces deberías experimentar una sensación de sosiego mientras haces esto.





Propósito: “Comenzar a aprender a mirar a todas las cosas con amor, con aprecio y con una mentalidad abierta”. Ver el propósito santo que hay en todo.

Comentario:
Está claro que, la idea de hoy es central en el sistema de pensamiento del Curso. No es simplemente una idea agradable y sensiblera. Tampoco es simplemente panteísmo que dice que la naturaleza y Dios son lo mismo. En otra parte, el Curso enseña que “El mundo no existe” (L.132.6:2-3), así que esto no puede significar que la naturaleza y Dios son idénticos. “Ciertamente Dios no está en una silla tal como tú la ves”.

Tal como yo veo las cosas, nada significa nada. Una mesa es sólo una mesa, una superficie plana para comer, escribir o jugar al póker sobre ella. No tiene un propósito eterno, sus propósitos son todos pasajeros. Vista así, la mesa no revela a Dios sino que ayuda a ocultarle. Dios no está en la mesa física, pero Él puede verse a través de, o por medio de ella. Si la mesa comparte el propósito del universo, tiene que compartir el propósito del Creador del universo. Ese propósito es nuestra felicidad, nuestra dicha, nuestra compleción, que es necesaria para la Suya. “Todo existe para tu beneficio. Para eso es para lo que es, ése es su propósito, ése es su significado” (L.25.1:5-6).

“Propósito” es la palabra clave en esta lección y en la anterior. Dios está en todo lo que veo porque todo comparte Su Propósito. Mi vista es un velo que oculta la verdad que brilla en todo, pero la visión puede brillar a través de ese velo si se lo permito. Tal como veo, Dios no está en todo, de hecho, Él no está en nada. Si fuera suficiente con la vista física, hace mucho tiempo que todos habríamos visto a Dios. Hicimos nuestra vista para ocultarle; pero si vemos con la Visión de Cristo, todo nos puede dejar ver a Dios.

“Nada es como a ti te parece que es. Su santo propósito está más allá de tu limitado alcance”.

Cuando leí esta lección por primera vez, no entendí la afirmación de que la idea de hoy: “Dios está en todo lo que veo”, explicaba la idea anterior de que nada de lo que veo significa nada. Pensándolo bien si Dios está en todo lo que veo, debería darle a todas esas cosas un significado profundo, las vería compartir el propósito del universo, el propósito del Creador. Entonces, ¿Cómo se pasa con lógica de “Dios está en todo lo que veo” a “Nada de lo que veo significa nada”?

Finalmente me di cuenta de una distinción que debería haber estado clara desde el principio: la diferencia entre “ver” o “vista” y “visión”. El Curso hace esta distinción continuamente, todo el tiempo; pero como mi mente tiende a pensar en “vista” y “visión” como la misma cosa, no logré darme cuenta aquí. “Vista” se refiere a nuestro modo habitual de ver, nuestra creencia de que lo que nuestros ojos físicos nos muestran es real, cuando realmente es sólo el resultado de un deseo dentro de la mente y la proyección de significado desde la mente y que se pone encima de lo que se ve. Por otra parte, “visión” es completamente otra clase de sentido, que no tiene ninguna relación con los ojos físicos.

Fíjate en que la lección dice: “La idea de hoy es el pilar de la visión”. “Cuando la visión te haya mostrado la santidad que ilumina al mundo, entenderás la idea de hoy perfectamente” . Es la visión la que deja ver a Dios en todo, la simple vista no deja ver a Dios, por eso es por lo que nada de lo que veo significa nada. “Ahora mismo no las ves (con la visión)”. Dios está ahí, pero la vista no Le ve, la vista está pasando por alto lo único que le da a todas las cosas el significado que tienen. Por lo tanto, podemos revisar ahora la afirmación anterior para entender: “Nada de lo que veo significa nada, de la manera en que lo veo”. El significado está ahí, pero estoy ciego a él.

“Tienes que negar el mundo que ves, pues verlo te impide tener otro tipo de visión.
No puedes ver ambos mundos, pues cada uno de ellos representa una manera de ver
diferente, y depende de lo que tienes en gran estima”. (T.13.VII.2:1-2)

La idea de que Dios está en todo es “el pilar de la visión”. Es la base para “una manera de ver diferente” (T.13.VII.2:2). Para ver a través de la visión, tengo que estar decidido a negar, o a pasar por alto mi modo habitual de ver, que se limita únicamente a lo físico y me informa sólo de lo que mi ego quiere ver. Si reconozco que Dios está en todo y, sin embargo, no Le veo con mis ojos, tiene que haber otro modo de ver y se me llevará a desearlo. Y pediré la visión.

La lección habla del “limitado alcance” de nuestro modo de ver. A modo de semejanza, imagino que Dios es visible sólo en rayos infrarrojos (por supuesto, Él no es visible en ninguna forma física). Nuestros ojos no ven la radiación infrarroja así que, aunque esté presente, no vemos nada. La gama de la vista física es ahora muy estrecha; hay muchas clases de “luz” que no podemos ver: infrarrojos, ultravioletas, calor, radiación, ondas de radio, microondas, y así sucesivamente. Dios está en todas partes, pero Él está fuera de la gama de nuestra vista física, necesitamos una clase de visión diferente.

Pienso que, en cierto sentido, la lección está intentando producir un cierto descontento dentro de nosotros. Provoca la perturbadora pregunta: “Si Dios está en todo, ¿Cómo es que no Le veo?” Nos hace darnos cuenta de las limitaciones de lo que creíamos que era la “vista”. Nos hace conscientes de su limitado alcance, y provoca en nosotros el deseo de una nueva clase de visión que ve más allá de este limitado alcance, y que ve el propósito del universo en todo.
La lección de mañana continuará dándonos instrucciones para encontrar la visión.

sábado, 27 de enero de 2024

Lección 28 “Por encima de todo quiero ver las cosas de otra manera”






1. Hoy le estamos dando una aplicación realmente concreta a la idea de ayer. En estas sesiones de práctica vas a hacer una serie de compromisos definitivos. El que los cumplas o no en el futuro no es algo que nos concierna ahora. Si al menos estás dispuesto a hacerlos ahora, habrás dado el primer paso en el proceso de cumplirlos. Y todavía estamos en el principio.

2. Tal vez te preguntes por qué es importante decir, por ejemplo, "Por encima de todo quiero ver esta mesa de otra manera”. De por sí, eso no es importante. Sin embargo, ¿Qué existe de por sí? ¿Y qué significa "de por Sí"? Ves a tu alrededor una legión de objetos separados, lo cual significa que en realidad no ves nada. O ves o no ves. Cuando hayas visto una sola cosa de otra manera, verás todas las demás cosas de otra manera también. La luz que veas en cualquiera de ellas será la misma luz que verás en todas ellas.

3. Cuando dices: "Por encima de todo quiero ver esta mesa de otra manera", estás comprometiéndote a abandonar todas las ideas preconcebidas que tienes acerca de la mesa, y a tener una mente receptiva con respecto a lo que esa mesa es y al propósito que tiene. No la estás definiendo en función del pasado. Estás preguntando qué es, en vez de decírselo. No estás constriñendo su significado a tu reducida experiencia con mesas, ni estás limitando su propósito a tus insignificantes pensamientos personales.

4. Nadie cuestiona lo que ya ha definido. Y el propósito de estos ejercicios es hacer preguntas y recibir respuestas. Al decir: "Por encima de todo quiero ver esta mesa de otra manera" te estás comprometiendo a ver. Mas no es éste un compromiso exclusivo. Es un compromiso que es aplicable tanto a la mesa como a cualquier otra cosa.

5. Podrías, de hecho, alcanzar la visión valiéndote sólo de esa mesa, si pudieses abandonar todas tus ideas acerca de ella y mirarla con una mente completamente receptiva. Tiene algo que mostrarte; algo bello, puro y de infinito valor, repleto de felicidad y esperanza. Oculto tras todas las ideas que tienes acerca de ella se encuentra su verdadero propósito, el cual comparte con todo el universo.

6. Al usar la mesa como un sujeto para la aplicación de la idea de hoy, estás en realidad pidiendo ver cuál es el propósito del universo. Y con cada objeto que uses en tus sesiones de práctica estarás haciendo esa misma petición. Y estarás comprometiéndote con cada uno de ellos a dejar que su propósito te sea revelado, en lugar de imponerles tú tu propio dictamen.

7. Hoy llevaremos a cabo seis sesiones de práctica de dos minutos cada una, en las que primero debes repetir la idea de hoy, y luego aplicarla a cualquier cosa que veas a tu alrededor. No sólo debes escoger los objetos al azar, sino que, al aplicarles la idea de hoy, debes ser igualmente sincero con todos ellos, intentando reconocer de esta manera la idéntica contribución que cada uno de ellos le presta a tu visión.

8. Como de costumbre, las aplicaciones deben incluir el nombre del objeto en el que tu mirada se pose, y debes mantener tus ojos sobre él mientras dices:

Por encima de todo quiero ver este(a) _____ de otra manera:

Cada aplicación debe hacerse muy despacio y tan a conciencia como sea posible. No hay prisa. 






Propósito: Comprometerte a ver de verdad, comprometerte a retirar tus ideas preconcebidas sobre las cosas y abrir tu mente a verlas con la verdadera visión. Harás este compromiso con cada objeto que uses. Al comprometerte a ver un objeto de otra manera, te estás comprometiendo a ver todo de otra manera.

Compromiso: Así que trata de practicarla con esta intención. Con cada repetición, intenta decirlo de corazón. No digas las palabras con prisa y sin pensarlas. Intenta decirlas con sinceridad. Dilas tan a conciencia como puedas. No te preocupes acerca de si continuarás con estos compromisos, pues eso te impide hacerlos. Y nunca los mantendrás si no los haces.

Comentario:
Es sorprendente el pensamiento de que yo podría alcanzar la visión con sólo una mesa, o con cualquier cosa elegida al azar, si pudiera mirar con una mente completamente abierta. Significa que durante toda mi vida he estado rodeado de personas y cosas y cualquiera de ellas podría haberme traído la iluminación, pero yo no he respondido. La pantalla del ordenador a la que estoy mirando mientras escribo, si la veo sin ninguna de mis propias ideas, podría empezar a mostrarme “algo bello, puro y de infinito valor, lleno de felicidad y esperanza”.

Todavía me parece difícil de creer eso. Oh, no lo dudo, en cierto sentido. De algún modo, tiene sentido creer que un ser iluminado, como Jesús por ejemplo, vería (como dice el poeta): “el universo en un grano de arena”. Pero supongo que lo que dudo es que yo pueda verlo. He mirado a tantas mesas a lo largo de mi vida y ¡ninguna de ellas me ha hablado! Miro a mi mesa ahora y veo: una mesa.

Pero, ¿Qué podría ver? “Oculto tras todas las ideas que tienes acerca de ella se encuentra su verdadero propósito, el cual comparte con todo el universo". ¡Ah! Una pista hacia lo que esta lección apunta, estamos hablando de un propósito compartido. Estamos pidiendo ver un propósito común que une todas las cosas como una. Yo pienso que una mesa es para escribir sobre ella o para comer sobre ella, un tenedor es para pinchar mi comida, un ordenador es para enviar mensajes a personas a través de internet. Veo un montón de propósitos diferentes, cada cosa con el suyo propio, con un propósito diferente. Pero todos ellos comparten un propósito. Tal como mi cuerpo, el cielo, la luna, todo lo que veo. ¿Cuál es el propósito? Eso es lo que estoy pidiendo ver.

Eso es algo que merece pedirse.

No hay nada a tu alrededor que no forme parte de ti. Contémplalo amorosamente y ve la luz del Cielo en ello. Pues así es como llegarás a comprender todo lo que se te ha dado. El mundo brillará y resplandecerá en amoroso perdón, y todo lo que una vez considerabas pecaminoso será re-interpretado ahora como parte integrante del Cielo. ¡Qué bello es caminar, limpio, redimido y feliz, por un mundo que tanta necesidad tiene de la redención que tu inocencia vierte sobre él! ¿Qué otra cosa podría ser más importante para ti? Pues he aquí tu salvación y tu felicidad. Y éstas tienen que ser absolutas para que las puedas reconocer. (T.23.In 6:1-8)

viernes, 26 de enero de 2024

Lección 27 "Por encima de todo quiero ver"

 





1. La idea de hoy expresa algo más fuerte que una simple resolución. Le da prioridad a la visión por encima de todos tus demás deseos. Quizá te sientas indeciso con respecto a si usar esta idea o no, debido a que no estás seguro de si eso es lo que realmente quieres. Eso no importa. El propósito de los ejercicios de hoy es aproximar un poco más el momento en que esta idea sea completamente verdadera para ti.

2. Puede que sientas una gran tentación de creer que se te está pidiendo algún tipo de sacrificio cuando dices que por encima de todo quieres ver. Si te sientes incómodo por la falta de reserva que esta idea entraña, añade:

La visión no le cuesta nada a nadie.

Si el temor a perder algo aún persiste, di además:

Tan sólo puede bendecir.

3. Necesitas repetir la idea de hoy muchas veces para obtener el máximo beneficio. Se debe repetir por lo menos cada media hora, e incluso más si es posible. Puedes intentarlo cada quince o veinte minutos. Se recomienda que al despertarte o poco después, establezcas un horario fijo según el cual vas a repetir la idea de hoy, y que trates de adherirte a él durante todo el día. No te será difícil hacerlo, aun si estás conversando u ocupado en otra cosa cuando llegue el momento de repetirla. Siempre se puede repetir una frase corta silenciosamente sin que ello interfiera en nada.

4. Lo que realmente importa es: ¿con qué frecuencia te vas a acordar? ¿Hasta qué punto quieres que esa idea sea verdad? Si contestas una de estas preguntas habrás contestado la otra. Probablemente te saltarás algunas prácticas, o tal vez muchas. No dejes que eso te perturbe, pero sí trata de adherirte al horario establecido de ahí en adelante. Si sientes que una sola vez durante todo el día fuiste completamente sincero al repetir la idea de hoy, puedes estar seguro de que con ello te habrás ahorrado muchos años de esfuerzo.




Propósito: Acercar un poco más el día en que quieras la visión más que ninguna otra cosa.

Observaciones: Ésta es una lección muy importante, la segunda lección de prácticas frecuentes (la primera fue la Lección 20). Esta frecuencia es muy importante. Al principio del día se supone que tú establecerás los intervalos en los que la practicarás (por ejemplo, cada 20 o cada 30 minutos). Si todavía no lo has hecho, sería bueno que lo hicieras ahora. Luego, durante el resto del día, se te pide que te esfuerces al máximo para mantener la frecuencia que has elegido. El Curso se da cuenta de que probablemente no lo harás a la perfección. Cuando te olvides una práctica, no te enfades contigo mismo. Esto te haría abandonar finalmente (y es una treta del ego para lograrlo, ver L.95.7:3-5 y 10:1-2). Simplemente vuelve a tu práctica como si no hubiese pasado nada. Lo importante es no lamentar en la práctica los fallos pasados, sino hacer la práctica en el presente y en el futuro. Los beneficios de esto pueden ser enormes. Sólo una repetición sincera puede ahorrarte años en tu progreso.

Comentario:
Esta lección nos recuerda a la Lección 20: “Estoy decidido a ver”, a la que se hace una sutil referencia en la primera línea: “La idea de hoy expresa algo más fuerte que una simple decisión”. Pone el deseo de ver en primer lugar, “por encima de todo”. Quiero ver más que lo que pueda querer ninguna otra cosa. Si lo decimos de corazón, elegiremos el camino que lleva a la visión todo el tiempo, no importa lo que puedan estar tentándonos otras metas de menor importancia.

La lección reconoce que puede que la idea no sea completamente verdad para nosotros todavía. Puesto que el deseo determina la visión, si fuera completamente verdad ya verías, y por lo tanto ¡no necesitarías la lección! Así que trabajar con esta lección no es hipócrita, es un ejercicio pensado para quienes todavía no aceptan la idea completamente. Por supuesto, lo importante es lograr que la aceptemos, está pensada para acercarnos al día en que la aceptemos.

La expresión “por encima de todo” puede traernos la idea de sacrificio. “¡La visión a cualquier precio!” Por eso, la lección sugiere que si nos sentimos incómodos acerca de comprometernos completamente con la visión, deberíamos añadir este pensamiento: “La visión no le cuesta nada a nadie”. Si eso no es suficiente, añade: “Tan sólo puede bendecir”. Pon las tres líneas de la práctica de hoy juntas: “Por encima de todo quiero ver. La visión no le cuesta nada a nadie. Tan sólo puede bendecir”.

Estas líneas señalan a una idea manifestada claramente en el Curso: este camino no cree en el sacrificio. Dice que únicamente se nos pide que sacrifiquemos las ilusiones, y que en realidad ésta es sólo una ilusión de sacrificio. “Nada real puede ser amenazado” (T.In.2:2).

Con todo, la lección nos lleva hacia esta decisión firme y sin dudas de alcanzar la verdadera visión. Necesitamos estar decididos a poner la visión por encima de cualquier cosa que parezca competir con ella. A veces puede parecer que se nos pide que renunciemos a cosas, y puede que verdaderamente tengamos que renunciar a ellas; pero cuando lo hagamos, nos daremos cuenta de que no hemos renunciado a nada que quisiéramos de verdad. El proceso completo es perfectamente seguro, y no supone ninguna pérdida real de ningún tipo.

En esta lección los requisitos de la práctica son mucho mayores: repite la lección “al menos cada media hora”. Nos dice al menos cada media hora, “e incluso más si es posible”. Puedes intentarlo cada quince o veinte minutos”. (Las cosas serán más fáciles de nuevo mañana). Se recomienda una estructura muy concreta, con un horario fijado. Todo lo que se nos pide hacer en cada periodo de práctica es repetirnos la frase: “Por encima de todo quiero ver”. No es mucho. No hay ninguna razón para no hacerlo, incluso en mitad de una conversación, si queremos, si estamos decididos.

“Lo que realmente importa es: ¿con qué frecuencia te vas a acordar? ¿Hasta qué punto quieres que esa idea sea verdad? Si contestas una de estas preguntas, habrás contestado la otra”.

La frecuencia en recordarlo será la medida de cuánto queremos la visión de verdad. ¡Éste será un día revelador!

Fíjate en cómo se nos indica que tratemos el hecho de que probablemente nos olvidaremos y no nos acercaremos al ideal de cada quince minutos. Dice mucho sobre cómo el Libro de Ejercicios considera este asunto de la “práctica”. Básicamente dice: “No dejes que tu ‘fallo’ te perturbe, pero sí trata de adherirte al horario establecido inmediatamente”. Todo lo que se necesita para ahorrar “muchos años de esfuerzo” es, sólo una vez durante el día, repetir la idea con perfecta sinceridad. Para lograrlo una sola vez se precisa un montón de prácticas. Simplemente hazlo lo mejor que puedas, pero que sea lo mejor que puedas.

Lección 26 "Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad".





Esta es otra lección crucial y, como acabo de indicar, lleva nuestro aprendizaje (y práctica) un paso más allá. Si tengo pensamientos de ataque, debo creer que soy vulnerable. Si creo que soy vulnerable, no puedo ser Cristo porque Él es invulnerable. Si, como Jesús me recordará repetidamente, "soy como Dios me creó", y si mi realidad es el espíritu, debo ser uno con todo y con todos. Por lo tanto, literalmente no hay nada ni nadie "ahí fuera" que pueda hacerme daño. Sin embargo, siempre y cuando crea que puedo ser lastimado, ya sea en mi propio cuerpo o a través del de otra persona, estoy dando fe de mi vulnerabilidad. Además, al decir que soy vulnerable, también estoy diciendo que tengo razón en mi autoevaluación y que el Espíritu Santo está equivocado.

1. Seguramente resulta obvio que si puedes ser atacado es que no eres invulnerable. Ves el ataque como una amenaza real. Esto se debe a que crees que realmente puedes atacar.

El hecho de estar aquí me está demostrando que realmente puedo atacar, porque sólo podría haber llegado aquí atacando a Dios primero. Y yo "sé" que he atacado primero porque percibo un ataque a mi alrededor. La dinámica de la proyección me ayuda a comprender cómo se produce este fenómeno de percepción del ataque: la proyección hace que la percepción -lo que percibo fuera- sea la proyección de lo que he hecho real dentro, un punto que retomaremos:


Y lo que tendría efectos a través tuyo también tiene que tenerlos en ti. Ésta es la ley que en última instancia te salvará, pero de la que ahora estás haciendo un uso indebido. Debes, por lo tanto, aprender a usarla en beneficio de lo que más te conviene en vez de en su contra.

Como hemos visto varias veces en estas lecciones tempranas, lo interno y lo externo son uno y lo mismo. El pensamiento de atacar y el pensamiento de ser atacado vienen del mismo sistema de pensamiento. Proyectamos nuestros pensamientos egoístas, y luego creemos que nos van a lastimar a cambio. Como Jesús enseña en el texto, en el contexto de nuestra necesidad de proyectar ("deshacernos") del conflicto ("lo que no queremos"):

El segundo error es la idea de que puedes deshacerte de algo que no deseas dándoselo a otro. Dándolo es precisamente como lo conservas. La creencia de que viéndolo fuera de ti lo excluyes de tu interior es una distorsión total del poder de la extensión. Por eso es por lo que los que proyectan se preocupan tanto por su seguridad personal. Temen que sus proyecciones van a retornar a ellos y a hacerles daño. Puesto que creen haberlas desalojado de sus mentes, creen también que esas proyecciones están tratando de volverse a adentrar en ellas. (T-7.VIII.3:6-11).

También es verdad, como hemos visto, que el Amor de Dios que permitimos que venga a través de nosotros en el perdón también regresará a nosotros; es ese Amor que percibiremos a nuestro alrededor; ya sea que lo expresemos o lo pidamos.
Las leyes de proyección y extensión operan de manera similar, pero con contenidos diferentes. Por eso, al principio del texto, Jesús habla de la proyección como el "uso inapropiado de la extensión" (T-2.I.1:7) -era la misma ley de la mente, simplemente "mal usada", que conduce a la mala creación en lugar de a la creación. Esta ley nos salvará también en otro sentido, porque refleja que todo es una ilusión. Lo que parece estar afuera es una ilusión porque lo que parece estar adentro -el sistema de pensamiento del ego- es una ilusión. Reconocer esto es la perdición del ego.


2. Puesto que no podrás sino proyectar tus pensamientos de ataque, temerás ser atacado. Y si temes ser atacado, es que crees que no eres invulnerable.

Esto es lo que prueba que tú tienes razón y que Jesús está equivocado. Jesús pregunta: "¿Por qué estás tan molesto? Todo esto es un sueño". Y le decimos: "¿Qué quieres decir con que todo esto es un sueño? ¡Mira cómo me han atacado! Mira cómo sufro y todo el dolor que siento! Mira lo que otras personas están sintiendo: ¡todos somos vulnerables! Por favor, no me digas que esto es un sueño." Así es como probamos que nuestras percepciones son correctas. Nuestro dolor, ya sea en los demás o en nosotros mismos, es la prueba final de que Dios está muerto y que nosotros existimos en su lugar.


Los pensamientos de ataque, por lo tanto, hacen que seas vulnerable en tu propia mente, que es donde se encuentran. Los pensamientos de ataque y la invulnerabilidad no pueden aceptarse al unísono, 5pues se contradicen entre sí.

Si percibo pensamientos de ataque en ti, es sólo porque primero los he hecho realidad para mí, lo que he hecho por el deseo de hacer que mi separación de Dios -el ataque original- sea también real. Es sólo después de esa decisión de establecer el ataque como real que el plan de mi ego me pide que los proyecte hacia afuera, haciéndome vulnerable a mi percepción del ataque de los demás. Es claro que estos pensamientos de ataque -de nuevo, que reflejan la separación de Dios y por lo tanto de todos los demás-"no pueden ser aceptados juntos" con nuestra invulnerabilidad como Dios nos creó. Esta es otra manera de decir que Dios y el ego son mutuamente excluyentes. La dinámica de la disociación es lo que nos permite mantener estas creencias contradictorias en nuestras mentes, como explica el texto en estos dos pasajes:

El ego y el espíritu no se conocen. Sólo mediante la disociación puede la mente separada mantener vigente la separación.(T-4.VI.4:1-2).
La disociación es un proceso de pensamiento distorsionado, en el que se abrigan dos sistemas de creencias que no pueden coexistir. Si se pone uno al lado del otro, resulta imposible aceptarlos a los dos. Pero si uno de ellos se mantiene oculto del otro, su separación parece mantenerlos vigentes a los dos y hace que parezcan ser igualmente reales. Poner uno al lado del otro, por lo tanto, se convierte en motivo de miedo, pues si haces eso, no podrás por menos que dejar de aceptar uno de ellos. No puedes quedarte con los dos, pues cada uno supone la negación del otro. Si se mantienen separados, este hecho se pierde de vista, pues al estar entonces en lugares diferentes es posible creer firmemente en los dos.(T-14.VII.4:3-8).  


3. La idea de hoy introduce el pensamiento de que siempre te atacas a ti mismo primero.

Repito, si percibo que me atacas y luego reaccionas como si eso fuera cierto, es sólo porque yo ataqué primero. Esto no tiene nada que ver con el comportamiento, porque el ataque sólo existe en mi mente. La idea de hoy se refleja bien en un pasaje incisivo del texto: "Si él no os habla de Cristo, vosotros no le habéis hablado de Cristo" (T-11.V.18:6). La proyección es el principio rector que rige la actividad de la mente, ya que determina cómo percibimos el mundo que nos rodea. Recuerde, la percepción es interpretación: cómo vemos, no lo que vemos.
No se puede decir con demasiada frecuencia que para entender correctamente pasajes como estos, el estudiante debe darse cuenta de que Jesús nunca está hablando de lo que la gente está haciendo en su comportamiento, sino sólo de nuestra percepción de lo que otros están haciendo. Cuando sientes que has sido atacado por otro, has interpretado su comportamiento. Esto no significa que no veas pensamientos de ataque en otras personas; Jesús ve pensamientos de ataque en todos sus estudiantes. Es en nuestros juicios que los pensamientos de ataque se hacen realidad. Así lo leemos en el manual para el maestro:

Tal vez sea útil recordar que nadie puede enfadarse con un hecho. 2Son siempre las interpretaciones las que dan lugar a las emociones negativas, aunque éstas parezcan estar justificadas por lo que aparentemente son los hechos(M-17.4:1-2).

Si los pensamientos de ataque entrañan forzosamente la creencia de que eres vulnerable, su efecto no es otro que debilitarte ante tus propios ojos. De este modo, han atacado tu percepción de ti mismo. Y puesto que crees en ellos, ya no puedes creer en ti mismo. Una falsa imagen de ti mismo ha venido a ocupar el lugar de lo que eres.

Habiéndonos debilitado ante nuestros propios ojos (nuestra vulnerabilidad), hemos demostrado una vez más que tenemos razón y que el Espíritu Santo está equivocado; somos hijos del ego en vez de Hijos de Dios. Ya no creemos que somos el Cristo, del cual el Espíritu Santo en nuestras mentes correctas es el recordatorio. Hemos reemplazado la verdad de quiénes somos con una imagen falsa - un yo especial, único e individualizado. Una vez más, es nuestro uso de la disociación lo que nos permite mantener dos imágenes contradictorias de nosotros mismos: la verdad del conocimiento que hemos elegido olvidar, y la ilusión de ataque que elegimos recordar. Estos pasajes describen de manera convincente esta dinámica y su perdición a través del Espíritu Santo:

*A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. El conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar.

*Ofrécele al Espíritu Santo únicamente tu voluntad de estar dispuesto a recordar, pues Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y de ti mismo, y sólo espera a que lo aceptes. Abandona gustosamente todo aquello que pueda demorar la llegada de ese recuerdo, pues Dios se encuentra en tu memoria. Su Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a recordarle y a conocer de nuevo tu realidad.

*Recordar es simplemente restituir en tu mente lo que ya se encuentra allí. Tú no eres el autor de aquello que recuerdas, sino que sencillamente vuelves a aceptar lo que ya se encuentra allí, pero había sido rechazado.

*Cuando atacas te estás negando a ti mismo. Te estás enseñando específicamente que no eres lo que eres. Tu negación de la realidad te impide aceptar el regalo de Dios, puesto que has aceptado otra cosa en su lugar Si entendieses que esto siempre constituye un ataque contra la verdad, y que Dios es la verdad, comprenderías por qué esto siempre da miedo.

*Todo ataque es un ataque contra uno mismo. No puede ser otra cosa. Al proceder de tu propia decisión de no ser quien eres, es un ataque contra tu identidad. Atacar es, por lo tanto, la manera en que pierdes conciencia de tu identidad, pues cuando atacas es señal inequívoca de que has olvidado quién eres. Y si tu realidad es la de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él.
(T-10.II. 1:1-2;   2:3,5;   3:1-2;   4:1,3-4;   5:1,4-5).


4. Practicar con la idea de hoy te ayudará a entender que la vulnerabilidad o la invulnerabilidad son el resultado de tus propios pensamientos. Nada, excepto tus propios pensamientos, puede atacarte. Nada, excepto tus propios pensamientos, puede hacerte pensar que eres vulnerable. Y nada, excepto tus propios pensamientos, puede probarte que esto no es así.

El enfoque de nuestros ejercicios se centra únicamente en nuestros pensamientos, la fuente del problema y su solución. De hecho, todo es pensamiento, cuya aceptación es el objetivo del entrenamiento mental del libro de trabajo. Estos pensamientos no son de un órgano físico, el cerebro, sino de la mente, que viene de la identificación con el ego o con Jesús. De estos dos pensamientos o sistemas de pensamiento -culpa o inocencia- surge un mundo y nuestra percepción del mundo. Si te sientes atacado, has elegido el ego como tu maestro y por lo tanto crees que eres vulnerable y mereces ser atacado. Esto no tiene nada que ver con el comportamiento; sólo tiene que ver con la forma en que percibes el comportamiento. Por otro lado, si recordamos nuestra invulnerabilidad como la creación perfecta de Dios, nuestra percepción del mundo cambia en consecuencia. Un pasaje cerca del final del texto expresa sucintamente el principio de que la proyección hace percepción:

¡Qué simple es la salvación! Tan sólo afirma que lo que nunca fue verdad no es verdad ahora ni lo será nunca. Lo imposible no ha ocurrido, ni puede tener efectos. Eso es todo. ¿Podría ser esto difícil de aprender para aquel que quiere que sea verdad? Lo único que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a aprenderla. ¿Cuán difícil puede ser reconocer que lo falso no puede ser verdad, y que lo que es verdad no puede ser falso? Ya no puedes decir que no percibes ninguna diferencia entre lo falso y lo verdadero. Se te ha dicho exactamente cómo distinguir lo uno de lo otro, y lo que tienes que hacer si te confundes. ¿Por qué, entonces, te empeñas en no aprender cosas tan sencillas como éstas? (T.31.I.1)

Solamente se pueden aprender dos lecciones. Cada una de ellas da lugar a un mundo diferente. Y cada uno de esos mundos se deriva irremediablemente de su fuente. El mundo que ves es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. Es un mundo de terror y desesperación. En él no hay la más mínima esperanza de hallar felicidad. Ningún plan que puedas idear para tu seguridad tendrá jamás éxito. No puedes buscar dicha en él y esperar encontrarla. Mas éste no es el único resultado que se puede derivar de lo que has aprendido. (T.31.I.7)

En el mundo que resulta de la lección que afirma que el Hijo de Dios es inocente no hay miedo, la esperanza lo ilumina todo y una gran afabilidad refulge por todas partes. No hay nada en él que no te invite amorosamente a ser su amigo y a que le permitas unirse a ti. Ni una sola llamada deja jamás de oírse, se interpreta erróneamente o se queda sin contestar en el mismo lenguaje en que se hizo. Y entenderás que ésta es la llamada que todos los seres y todas las cosas en el mundo siempre habían hecho, pero que tú no habías percibido como tal. Y ahora te das cuenta de que estabas equivocado. Te habías dejado engañar por las formas que ocultaban la llamada. Por lo tanto, no la podías oír, y así, perdiste un amigo que siempre quiso ser parte de ti. La eterna y queda llamada de cada aspecto de la creación de Dios a la totalidad se oye por todo el mundo a la que esta otra lección da lugar. T.31.I.8)

El resto de la lección presenta un ejercicio e instrucciones con las que ya estamos bastante familiarizados. El enfoque, como siempre, está en nuestros pensamientos y sentimientos que parecen molestarnos, mirándolos lo más desapasionadamente posible, y con más que una atención superficial. Es esta pensativa no-evaluación la que nos permite entender que estos trastornos comparten el mismo propósito subyacente de mantenernos alejados del Pensamiento del Amor, el cual nuestros pensamientos intentan ocultar. En otras palabras, todas las formas de malestar reflejan el contenido oculto de atacarnos a nosotros mismos al negar Quiénes somos como el Hijo único de Dios.

5. La idea de hoy requiere seis sesiones de práctica. 2Se deben dedicar dos minutos completos a cada una de ellas, que pueden reducirse a uno en caso de que la incomodidad sea demasiado grande. No deben reducirse a menos de eso.

6. Comienza cada sesión repitiendo la idea de hoy, luego cierra los ojos y trae de nuevo a la mente aquellas cuestiones aún sin resolver cuyos posibles desenlaces te inquietan. La inquietud puede manifestarse en forma de depresión, ansiedad, ira, una sensación de coacción, miedo, malos presentimientos o preocupación. Cualquier problema aún sin resolver que tienda a reaparecer en tus pensamientos durante el día constituye un sujeto adecuado. No podrás abarcar muchos de ellos en cada sesión de práctica porque se debe dedicar más tiempo del habitual a cada uno de ellos. La idea de hoy debe aplicarse de la siguiente manera:

7. Primero, nombra la situación:

Estoy preocupado acerca de _____

Luego examina todos los posibles desenlaces que se te hayan ocurrido en conexión con la situación que te hayan causado inquietud, y refiriéndote a cada uno de ellos de manera muy con-creta, di lo siguiente:

Temo que lo que pueda ocurrir es que _____

Este ejercicio refleja el principio axiomático del ego: la culpa exige castigo, un resultado que tememos justificadamente. Nuestras preocupaciones sobre lo que sucederá -"las cuestiones no resueltas cuyo resultado te preocupan"- inevitablemente nos llevan al temor de lo que sucederá. Por lo tanto, no tenemos otra opción que erigir defensas contra estos objetos de nuestro miedo, predichos por nuestra culpabilidad. Volveremos más adelante sobre este importante tema de la defensa.


8. Si has estado haciendo los ejercicios correctamente, deberías haber encontrado cinco o seis posibilidades desagradables para cada una de las situaciones en cuestión, y probablemente más. Es mucho mejor examinar detenidamente unas cuantas situaciones que revisar un número mayor superficialmente. A medida que la lista de los desenlaces que prevés se haga más larga, es probable. que, algunos de ellos, especialmente aquellos que se te ocurran hacia el final, te resulten menos aceptables. Procura, no obstante, en la medida de lo posible, de tratarlos a todos por igual.

9. Después de que hayas nombrado cada desenlace que temes, di para tus adentros:

Este pensamiento es un ataque contra mí mismo.

3Concluye cada sesión de práctica repitiendo una vez más para tus adentros la idea de hoy.

Este, por supuesto, es el punto. Llevamos la oscuridad de nuestras ilusiones a la luz de la verdad de Jesús. El problema no está en el resultado que esperamos, sino en la decisión subyacente de atacarnos a nosotros mismos negando a Dios. Después de estas primeras veinticinco lecciones, puedes ver cómo, paso a paso, lección a lección, Jesús nos está guiando lenta y gentilmente hacia la experiencia específica de las enseñanzas más abstractas en el texto.



miércoles, 24 de enero de 2024

Lección 25 "No sé cuál es el propósito de nada"







1. Propósito es significado. La idea de hoy explica por qué nada de lo que ves tiene significado. No sabes para qué es. Por consiguiente, no tiene significado para ti. Todo existe para tu beneficio. Para eso es para lo que es; ése es su propósito; ése es su significado. Al reconocer esto, tus objetivos se unifican. Al reconocer esto, lo que ves cobra significado.

2. Tú percibes al mundo y a todo lo que éste contiene como significativo desde el punto de vista de los objetivos del ego. Éstos objetivos no tienen nada que ver con lo que más te conviene, ya que tú no eres el ego. Esta falsa identificación no te permite entender cuál es el propósito de nada. Consecuentemente, no puedes sino hacer un uso indebido de ello. Cuando creas esto, te esforzarás por retirar los objetivos que le has asignado al mundo, en vez de intentar reforzarlos.

3. Otra forma de describir los objetivos que ahora percibes es decir que sólo tienen que ver con tus intereses "personales" . Pero puesto que no tienes intereses personales, tus objetivos en realidad no guardan ninguna relación con nada. Al abrigarlos, por lo tanto, no estás abrigando ningún objetivo en absoluto. Por consiguiente, no sabes cuál es el propósito de nada.

4. Antes de que puedas entender los ejercicios, es necesario un pensamiento adicional. En los niveles más superficiales reconoces el propósito de todas las cosas. Sin embargo, el propósito de algo no se puede entender en esos niveles. Por ejemplo, entiendes que el propósito de un teléfono es hablar con alguien que no se encuentra físicamente en tu proximidad inmediata. Lo que no comprendes es para qué quieres ponerte en contacto con él. Y es eso lo que hace que tu contacto con él sea o no significativo.

5. Es fundamental para tu aprendizaje que estés dispuesto a renunciar a los objetivos que le has adjudicado a todas las cosas. Reconocer que dichos objetivos no tienen sentido, en vez de considerarlos como "buenos" o "malos"; es la única manera de lograrlo. La idea de hoy es un paso en esa dirección.

6. Hoy se requieren seis sesiones de práctica, cada una de dos minutos de duración. Comienza cada sesión repitiendo la idea de hoy lentamente; luego mira a tu alrededor y deja que tu mirada se pose sobre cualquier cosa que te llame la atención, esté lejos o cerca, sea "importante" o "nimia", "humana" o "no humana". Mientras tus ojos descansan sobre cada objeto así seleccionado, di, por ejemplo:

No sé para qué es esa silla.
No sé para qué es ese lápiz.
No sé para qué es esta mano.

Dilo lentamente, sin apartar los ojos del objeto hasta que hayas terminado la frase. Pasa luego al siguiente y aplica la idea de hoy de la misma manera.





Propósito: Empezar a aprender que los propósitos que le das a las cosas no significan nada. Esto te ayudará a abandonar esos propósitos.

Observaciones: Al mirar a un objeto y repetir la idea, puede que te vuelvas consciente de que ves ese objeto como que existe para servir tus necesidades personales. Esto incluye tanto los objetos inanimados como los animados, tales como los cuerpos humanos. Vemos todo a nuestro alrededor como que tiene el propósito de servir a nuestro ser separado. Ése no puede ser su verdadero propósito.

Comentario:
¿Te has dado cuenta de que se está acelerando la marcha de las prácticas recomendadas? Ayer pasamos de 5 prácticas de un minuto a 5 prácticas de dos minutos. Hoy las aumentamos a 6 prácticas de dos minutos, ¿Cuántos de nosotros estamos haciendo serios esfuerzos para seguir estas instrucciones? Recuerda que la Introducción dijo que no se nos pide que creamos en las ideas, ni que las aceptemos, ni que las recibamos con agrado, incluso si nos resistimos a ellas no importa. Todo lo que se nos pide es que “las usemos” (L.In.9:5), “que las apliques tal como se te indique” (L.In.8:3). Nada más que eso se requiere para que sean efectivas. Pero aplicarlas tal como se indica es necesario, si queremos que tengan efecto en nuestra vida.

No sabemos cuál es el propósito de nada. La pregunta a la que señala la idea de hoy es "¿Para qué es esto?" Esta lección contesta la pregunta: “Todo existe para tu beneficio”, una referencia clara a la idea de ayer: “No percibo lo que más me conviene”. ¿Qué es lo que más me conviene? Todo.

Nosotros no sabemos eso y tampoco nos lo creemos. Valoramos todo según lo bien que sirve a “los propósitos de nuestro ego”, y puesto que "tú no eres el ego", no puede darnos una idea de lo que más nos conviene. Estamos escogiendo las cosas que apoyan a nuestro ego, que no es nuestro Ser y, por lo tanto, lo que estamos haciendo es debilitando nuestro verdadero Ser. (Esa frase “tú no eres el ego” es muy importante, es algo de lo que no nos daríamos cuenta si no se nos dijera.)

Miramos al mundo con los ojos del ego y, literalmente, "damos" propósitos a las cosas, propósitos para apoyar a nuestro ego. Cuando las cosas no se ajustan a nuestros intereses, nos disgustamos. Todas nuestras metas tiene relación con intereses “personales”. Sin embargo, "Puesto que no tienes intereses personales, tus objetivos en realidad no guardan relación con nada”. Realmente no tenemos intereses personales porque la “persona” en la que pensamos cuando utilizamos esas palabras no es real. No tenemos metas reales que no compartamos con todas las cosas, porque todas las cosas están conectadas, y el compartir es lo que hace que las metas sean reales. Las metas compartidas reconocen la realidad de quién somos. Las metas del ego, no. Por eso, estamos tan confundidos acerca de para qué son las cosas.

La lección señala que, en el nivel superficial, sí sabemos cuál es el propósito de las cosas, sabemos que el teléfono es para hablar con alguien que no está presente físicamente. “Sin embargo, el propósito de algo no se puede entender en esos niveles”. Por ejemplo, no entendemos por qué queremos ponernos en contacto con alguien a través del teléfono.

Podemos pensar que lo sabemos.

Puede que llames a la librería para comprar un libro. Pero, ¿Por qué quieres el libro? ¿Por qué llamar ahora, en este preciso momento? Hay un propósito más profundo en todo, que no entendemos, y que tampoco podemos entenderlo mientras creamos que las metas de las que somos conscientes son las metas reales. Tenemos que “estar dispuestos a renunciar a los objetivos que les hemos dado a todas las cosas”.

Toda la base de nuestro juicio está equivocada porque se basa en la idea de que hay "cosas" fuera de nosotros que son diferentes de nosotros. No hay nada fuera de nosotros, todo forma parte de nosotros. Mientras partamos de esa base falsa, nuestras metas serán erróneas y nuestros juicios estarán equivocados.

Me parece muy útil recordar que no sé cuál es el significado de nada y que no sé cuál es el propósito de nada. Una llamada de teléfono puede darnos "malas noticias", pero puedo decir: "No sé cual es el propósito de esta llamada de teléfono, no sé cuál es el propósito de esta situación, y por lo tanto no puedo juzgarla".

El Curso insiste en nuestra total ignorancia. “Tu confusión entre tu verdadera creación y lo que has hecho de ti mismo es tan grande que se te ha hecho literalmente imposible saber nada" (T.3.V.3:2). Es muy rotundo, ¿verdad? "Literalmente imposible". Esto no es un modo de hablar. Está claro que, si literalmente no sabes nada, no puedes juzgar.

Puesto que pensamos que somos el ego, no podemos saber nada. Nuestra creencia en nuestra identidad como seres separados, dentro de cuerpos, es una creencia central detrás de cada uno de nuestros pensamientos. Juzgamos todo según los propósitos del ego (L.25.2:1). Incluso antes de que empecemos a pensar lo que algo significa, damos por sentado que sea lo que sea y cualquiera que sea su significado, no es parte de nosotros, es otro. Desde esa base, no podemos saber o entender nada, porque no es otro. Es parte de nosotros.

Desde la cuna un bebé pasa por el proceso de aprender que su pie o su mano forman parte de él. Al comienzo el bebé no sabe esto. Puedes observar al bebé tratando a veces al pie como si fuera un objeto extraño.

 “No hay nada a tu alrededor que no forme parte de ti” (T.23.In.6:1). “No hay nada que puedas atacar que no forme parte de ti” (T.23.I.8:3).

Todos somos exactamente iguales a ese bebé, porque no reconocemos partes de nosotros mismos cuando las vemos, pensamos que son otra cosa. Debido a que pensamos que son otra cosa, somos incapaces de hacer juicios que tengan sentido. Nuestros juicios son exagerados, inexactos, y están tan lejos de la realidad que son ridículos.

“Olvidémonos de nuestras propias ideas acerca del propósito del mundo. Pues no lo sabemos”. (T.31.I.12.2-3)

Si no sabemos cual es el propósito de algo, ¡no podemos juzgarlo! No podemos saber si está o no cumpliendo su propósito, porque no sabemos cuál es su propósito.

No se nos pide que alcancemos todo este conocimiento que nos falta, lo que se nos pide es que nos aquietemos y que recordemos lo poco que sabemos (T.31.II.6:4). El Texto nos dice que no hay afirmación que el mundo tema oír más que ésta:

“No sé lo que soy, por lo tanto, no sé lo que estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo considerar al mundo o a mí mismo”. (T.31.V.17:7)

Continúa diciendo que esta lección es donde nace la salvación. Aquí es donde empieza nuestro aprendizaje: admitiendo que somos incapaces de juzgar. ¡No sabemos todas estas cosas! Reconocer nuestra ignorancia es el nacimiento de la salvación porque mientras no aceptemos que no sabemos, no pediremos ayuda. Mientras pensemos que sabemos, estaremos bloqueando el verdadero conocimiento.

Los niños reconocen que no entienden lo que ven y, por lo tanto, preguntan cuál es su significado. No cometas la equivocación de creer que entiendes lo que ves, pues su significado se te escapa… Sin embargo, mientras creas que sabes cuál es el significado de lo que ves, no verás la necesidad de preguntárselo a Él.

“No sabes cuál es el significado de nada de lo que ves. Ni uno solo de los pensamientos que albergas es completamente verdadero. Reconocer esto sienta las bases para un buen comienzo”. (T.11.VIII.2:2-3,5; 3:1-3)

Lección 365 Tu llegada al hogar es segura.

  Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero únicamente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz. Y si nece...