Esta es una de las lecciones más importantes del libro de trabajo, que nos proporciona declaraciones claras sobre la naturaleza del mundo, y lo que es la salvación y lo que no es. Otro aspecto valioso de esta lección es su lenguaje sencillo, que hace aún más difícil confundir su mensaje. Esto no significa, por supuesto, que la gente no intentará valientemente pasarla por alto.
El título en sí es un éxito de taquilla. El mundo que vemos es un mundo de muerte: venganza, violencia, dolor y sufrimiento. También podría describirse como un mundo de placer y felicidad, pero ningún placer y felicidad en este mundo dura. A medida que empiezan a desvanecerse, nuestra ansiedad y enojo crecen, nuestra especialidad se siente insatisfecha, e inevitablemente experimentamos dolor. Jesús nos está enseñando ahora que la manera de escapar de este dolor no es haciendo nada al mundo, sino cambiando nuestra forma de ver el mundo.
1. La idea de hoy describe la única manera de poder escapar del miedo que jamás tendrá éxito. Nada más puede lograrlo; nada más tiene sentido. Pero esta manera de escapar no puede fallar.
No tratas con el miedo venciéndolo directamente, o cambiando algo del mundo o del cuerpo. Tú puedes escapar del miedo sólo cambiando su causa, que es la decisión de estar separado. Muchos de los métodos del mundo funcionarán, pero no todo el tiempo. En otras palabras, las ganancias que tú puedas recibir al seguir las pautas del mundo no durarán, por muy nobles e ideales que parezcan, porque la causa de la angustia es pasada por alto. Esta fue la respuesta directa de Jesús a Helen, a la que volveremos periódicamente, cuando al principio del dictado ella le pidió que le quitara el miedo:
Deshacer el miedo es tu responsabilidad. Cuando pides que se te libere del miedo, estás implicando que no lo es. En lugar de ello, deberías pedir ayuda para cambiar las condiciones que lo suscitaron. Esas condiciones siempre entrañan el estar dispuesto a permanecer separado.
Puede que todavía te quejes de que tienes miedo, pero aun así sigues atemorizándote a ti mismo. He indicado ya que no puedes pedirme que te libere del miedo. Yo sé que no existe, pero tú no. Si me interpusiese entre tus pensamientos y sus resultados, estaría interfiriendo en la ley básica de causa y efecto: la ley más fundamental que existe. De nada te serviría el que yo menospreciase el poder de tu pensamiento. Ello se opondría directamente al propósito de este curso. Es mucho más eficaz que te recuerde que no ejerces suficiente vigilancia con respecto a tus pensamientos. Tal vez pienses que a estas alturas sólo un milagro te capacitaría para hacer eso, lo cual es absolutamente cierto. No estás acostumbrado a pensar con una mentalidad milagrosa, pero se te puede enseñar a pensar de esa manera. Todos los obradores de milagros necesitan este tipo de instrucción. (T-2.VI.4:1-4; VII.1:1,4-7).
Jesús apelaba así al poder de la mente de Helen para elegir tener miedo, dirigiendo su atención a la causa de su angustia, lejos de su efecto.
Cada pensamiento que albergas da lugar a algún segmento del mundo que ves. Es con tus pensamientos, pues con los que tenemos que trabajar, si es que tu percepción del mundo ha de cambiar.
Esta es otra declaración clara de causa y efecto, y una que se entiende literalmente. La causa de todo en el mundo son nuestros pensamientos, y el efecto es todo lo que experimentamos en el mundo. Este principio, sin embargo, debe ser entendido desde el punto de vista de la mente, de lo contrario estaríamos tentados a creer que un pensamiento en particular nuestro podría tener un efecto dañino en algo externo. Por ejemplo, si tu como individuo tienes un pensamiento enojado acerca de alguien, y luego ocurre algo desafortunado, podrías pensar erróneamente que esta lección significa que tu eres responsable de lo que le sucedió a esa persona. La intención aquí no es inducir la culpa porque algo le sucede a alguien con quien tu estás enojado. Jesús está hablando de un pensamiento en la mente, lo que significa que si la persona se cae de una escalera, debe ser visto como una elección que esa persona hizo, tal vez junto contigo si tu reaccionas a ella, pero no el tu que tu piensas que es.
Es esencial recordar que los pensamientos son de la mente, no del cerebro. Lo que normalmente identificamos como nuestros pensamientos pertenecen al cerebro, el cual, se nos dice una y otra vez, no piensa verdaderamente. Jesús nos habla exclusivamente de la mente. Recuerda, la mente está fuera del tiempo y del espacio, y el mundo del tiempo y del espacio emana del único pensamiento de separación. Una vez que creemos que estamos aquí, todo parece ser real y regirse por las leyes que hemos establecido. Estos siempre serán una expresión de causa y efecto. Por ejemplo, bebo veneno y mi cuerpo experimenta el efecto: me enfermo y hasta puedo morir. Tanto la causa aparente -mi veneno para beber- como el efecto aparente -la enfermedad o la muerte de mi cuerpo- son efectos de una causa mayor, que es el pensamiento que dice: "Voy a probar que tengo razón y que Dios está equivocado". Voy a probar que la separación es real, el cuerpo real, y que el pecado definitivamente tiene un efecto: mi muerte".
Esta lección, como es obvio, no discute verdaderamente estos principios; esa es la función del texto. Pero sus enseñanzas subyacentes ciertamente se reflejan aquí. Jesús no espera que los estudiantes en este momento tengan una comprensión completa de los principios teóricos del texto. Simplemente nos pide que empecemos a practicar los ejercicios. La práctica consistente eventualmente conducirá a una comprensión de la metafísica más profunda del sistema de pensamiento de Un Curso de Milagros. Recordemos que el mundo fue hecho como una defensa contra el contacto con los pensamientos en nuestras mentes.
"Es con tus pensamientos, entonces, que debemos trabajar" es una declaración extremadamente importante. Este es un curso de entrenamiento mental, un curso para cambiar de opinión y de percepción. En la práctica, cambiar tu forma de pensar significa cambiar el profesor del que vas a aprender. El resultado final de Un Curso de Milagros es siempre: ¿Elijo mi ego para enseñarme cómo debo percibir el mundo, o dejo que Jesús o el Espíritu Santo sea mi Maestro? Mis pensamientos -culpabilidad, ira y sufrimiento; o pensamientos de paz y perdón- automáticamente siguen al maestro que he elegido. Por eso es importante entender que una parte integral del plan de estudios del Curso es desarrollar una relación personal con Jesús o el Espíritu Santo. A partir de esa relación, nuestros pensamientos correctos y, por lo tanto, nuestras percepciones y conductas correctas seguirán inevitablemente.
2. Si la causa del mundo que ves son los pensamientos de ataque, debes aprender que ésos son los pensamientos que no deseas. De nada sirve lamentarse del mundo. De nada sirve tratar de cambiarlo. No se puede cambiar porque no es más que un efecto. Pero lo que sí puedes hacer es cambiar tus pensamientos acerca de él. En ese caso estarás cambiando la causa. El efecto cambiará automáticamente.
Es necesario primero aceptar la premisa de que la causa del mundo son los pensamientos de ataque. Esto es cierto tanto en el nivel más amplio -que la causa de todo el universo físico es un pensamiento de ataque- como en el nivel personal -que el mundo individual de nuestro ser físico y psicológico es causado por un pensamiento de ataque, que es la creencia de que estamos separados.
Jesús nos está diciendo que -para expresarlo en un ejemplo concreto- si no te gusta una sombra en una pared, no te acercas a ella y tratas de cambiar la sombra, ignorando el objeto que está proyectando la sombra. Si no te gusta lo que ves en la pared, ¡cambia el objeto! Tratar de quitar la sombra, o modificarla de alguna manera es una tontería. El universo físico puede compararse a una sombra, que recuerda a la Alegoría de Platón de la Cueva, razón por la cual Jesús dice en una línea muy citada: "No confíes en tus buenas intenciones. No son suficientes" (T-18.IV.2:1-2). Es la gente bien intencionada del mundo la que quiere cambiar, arreglar o mejorar las cosas. Pueden tener éxito hasta cierto punto, pero en última instancia fracasarán si ignoran la causa subyacente de la separación del mundo.
Declaraciones como las que aquí se expresan -es decir, "No tiene sentido tratar de cambiar el mundo"- han sido frecuentemente sacadas de contexto por los estudiantes de Un Curso de Milagros y erróneamente interpretadas para significar que literalmente no debemos hacer nada. Creen erróneamente que esto significa que debemos dejar libres a los violadores, que los Hitlers invaden países, que el medio ambiente se va al infierno, que no prestamos atención a lo que nos metemos en el estómago, etc., porque el mundo y el cuerpo son ilusorios y todo lo que tenemos que hacer es cambiar de opinión. Esto, sin embargo, es exactamente lo contrario de lo que Jesús nos está enseñando. En última instancia, es cierto que el universo es ilusorio y nada importa aquí; pero mientras creamos que estamos aquí, nuestros cuerpos son símbolos, y antes de que podamos dejarlos ir, primero tenemos que cambiar lo que simbolizan: de la separación a la unión, del ataque al perdón.
Volvemos así al punto central: cambiar a nuestro maestro. Si hemos elegido a Jesús, él nos hará actuar de una manera amorosa, en formas entendidas por el mundo. La lección 184 hace explícito ese punto. Estos pasajes, por lo tanto, no deben ser usados como excusa para no hacer nada sobre el mundo, o sobre nuestro cuerpo o el de otras personas. Más bien, todo lo que hagamos con respecto al mundo o a nosotros mismos debe hacerse con la guía de Jesús en lugar de con la del ego. Como dice más adelante en el contexto de la percepción de lo específico para aprender la abstracción: "Necesitamos ver un poco, que aprendemos mucho" (W-pI.161.4:8). Así practicamos sobre las "pequeñas" cosas del cuerpo, para que podamos aprender sobre la magnitud del espíritu.
Es muy poco probable que Jesús te lo dijera: "No hagas nada porque te lo traeré todo, y el mundo es una ilusión." Él no te enseñará eso porque todavía estás demasiado aterrorizado de entenderlo y aceptarlo. Mientras te identifiques con tu cuerpo (y eso incluye a todos los que estudian este curso), su significado para ti tiene que cambiar. No abandonas el cuerpo; no pasas de la pesadilla del ego a la verdad de la eternidad. Más bien, se pasa de los sueños de pesadilla del ego a los sueños felices del Espíritu Santo:
Tú eres el soñador del mundo de los sueños. Éste no tiene ninguna otra causa, ni la tendrá jamás. Todo lo que aterrorizó al Hijo de Dios y le hizo pensar que había perdido su inocencia, repudiado a su Padre y entrado en guerra consigo mismo no es más que un sueño fútil. Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría despertar a la realidad sin verse inundado por el frío sudor del terror y sin dar gritos de pánico, a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y permitiese que su mente se calmara para poder acoger -no temer- la Voz que con amor lo llama a despertar; un sueño más dulce, en el que su sufrimiento cesa y en el que su hermano es su amigo. Dios dispuso que su despertar fuese dulce y jubiloso, y le proporcionó los medios para que pudiese despertar sin miedo. (T-27.VII.13:3-5)
Esto significa que el cuerpo viene a servir a otro propósito y tiene un significado diferente: el medio para deshacer toda la culpa y el odio hacia los demás. Con este nuevo propósito en mente, eres libre de usar tu cuerpo amorosamente, tratándote a ti mismo y a los demás más amablemente. Las formas no importan; el profesor que tú elijas sí. Todos, sin embargo, están tentados a saltarse los pasos, porque el miedo de mirar lo que realmente significa vivir en el mundo del ego es demasiado doloroso. Como resultado, Un Curso de Milagros se convierte con demasiada frecuencia en una forma de escapar del dolor de nuestra vida cotidiana, en lugar de ser el medio para deshacerlo.
Cuando Jesús habla de cambiar tus pensamientos, entiéndelo como un cambio en el maestro de tus pensamientos. De nuevo, si lo eliges como tu maestro, todos tus pensamientos, percepciones y comportamiento serán amorosos. Pero ten cuidado con la estratagema del ego que te hace creer que estás eligiendo a Jesús, cuando en realidad estás eligiendo al ego mismo. Puedes decir que has elegido el ego cuando te encuentras atrapado en una forma de pensar que te hace verte diferente de los demás, separándote de alguna manera, un comportamiento que te hace especial. Cualquier cosa que te haga negar tu cuerpo o vivir de una manera que llame la atención hacia ti mismo, puedes apostar que el 99.99 por ciento de las veces es de tu ego y no de Jesús. La verdadera causa por la que quieres cambiar es tu necesidad de demostrar que tienes razón y que Jesús está equivocado, lo cual haces estableciendo tu identidad personal. Recuerda, esta identidad es una de especialidad, que es una bandera roja que indica que has elegido al ego como su maestro.
Otra expresión de la agenda oculta de la especialidad del ego es el enfoque especial que los estudiantes de Un Curso de Milagros ponen en el efecto del cambio de la mente. De hecho, muy a menudo el mundo físico cambiará a medida que nuestros pensamientos cambian, pero esto no significa nada si el mundo no es nada. El efecto que siempre cambia es el resultado inevitable de nuestros pensamientos de ataque: culpa, ansiedad, miedo, depresión, enfermedad, etc. La paz siempre resultará cuando estos pensamientos de ataque se abandonen. Poner énfasis en la forma del efecto es simplemente permitir que los pensamientos del ego vuelvan a nuestras mentes. Debemos estar siempre "vigilantes sólo para Dios y Su Reino" (T-6.V-C).
El mundo que ves es un mundo vengativo, y todo en él es un símbolo de venganza.
Se trata de declaraciones muy firmes, y tan intransigentes como cualquier otra que se pueda encontrar en el texto. Todo en este mundo es un símbolo de venganza. Por qué? Porque si crees que hay un mundo, estás diciendo que Dios ya no existe. Si Dios ya no existe, es porque tú lo mataste y por la fuerza crees que Él está justificado para vengarse de ti. Bloqueas ese horrible pensamiento y conflicto, lo proyectas, y luego crees que es el mundo el que buscará vengarse de ti. Hay, por supuesto, otro significado que podemos darle al símbolo del mundo -el propósito del perdón del Espíritu Santo-, pero aquí el enfoque está en el ego.
Cada una de las percepciones que tienes de la "realidad externa" no es más que una representación gráfica de tus propios pensamientos de ataque.
La" realidad externa" está entre comillas porque no hay realidad fuera. Esto es similar a la idea que Jesús presenta al principio del texto: "Todo pensamiento produce forma en algún nivel" (T-2.VI.9:14), que aparece en el primer párrafo de esta lección: "Cada pensamiento que tienes constituye un segmento del mundo que ves". Por "representación pictórica" Jesús se refiere a la proyección, como ya hemos visto en esta afirmación que no se puede citar con demasiada frecuencia:
Es el testimonio de tu estado de ánimo, la imagen exterior de una condición interior (T-21.in.1:5).
Una vez más, Jesús se refiere al pensamiento que ocurre dentro del sistema del ego, que siempre refleja algún aspecto del ataque.
Uno podría muy bien preguntarse si a esto se le puede llamar ver. ¿No es acaso "fantasía" una mejor palabra para referirse a ese proceso, y "alucinación" un término más apropiado para su resultado?
Fantasía es un término psicológico para los pensamientos que no son reales, generalmente relacionados con traerte algo que tú deseas. Esto significa invocar al aliado de confianza del ego: la especialidad. Si quieres defenderte de tu culpa, invocas fantasías de matar a alguien o de vengarte de otro; o si sientes que estás en un estado de carencia, te complaces con fantasías de placer, de conseguir lo que quieres. Todo en este mundo -odio especial o amor especial- proviene de un pensamiento fantástico. Así el mundo me da lo que quiero: un refugio en el que pueda esconderme de Dios. Y puesto que el mundo es el efecto de un pensamiento de fantasía, existe en el reino de la alucinación -la contraparte perceptiva del sistema de pensamiento de fantasía delirante de la mente.
4. Ves el mundo que has fabricado, pero no te ves a ti mismo como el que fabrica las imágenes.
Esta es la negación, discutida en detalle más adelante en la Lección 136, "La enfermedad es una defensa contra la verdad", la cual nos instruye que inventamos una enfermedad, y luego olvidamos que lo hicimos. Es otra manera de decir que somos el soñador del sueño, pero que hemos olvidado la fuente del sueño y en cambio creemos que el sueño nos está soñando. Este es un tema importante en el texto, al que volveremos a referirnos. Por ahora, toma nota de estas declaraciones representativas que pueden servir como preludio de las discusiones más extensas que se avecinan:
Así es como surgieron todas las ilusiones. El que las teje no se da cuenta de que es él mismo quien las urde ni cree que la realidad de éstas dependa de él. Cualquiera que sea su causa, es algo completamente ajeno a él, y su mente no tiene nada que ver con lo que él percibe. No puede dudar de la realidad de sus sueños porque no se da cuenta del papel que él mismo juega en su fabricación y en hacer que parezcan reales.
Tú eres el soñador del mundo de los sueños. Éste no tiene ninguna otra causa, ni la tendrá jamás.(T-27.VII.7:6-9; 13:1-2).
Devolvámosle al soñador el sueño del que se desprendió, el cual él percibe como algo que le es ajeno y que se le está haciendo a él. (T-27.VIII.6:1).
Como consecuencia de este deseo irrealizable, él no cree ser el efecto del Amor, sino que él mismo debe ser su propia causa debido a lo que es.
Lo que mantenía vivo al miedo era que él no veía que él mismo era el autor del sueño y no una de sus figuras. (T-28.II.4:2; 7:4).
No se te puede salvar del mundo, pero te puedes escapar de su causa. Éste es el significado de la salvación, pues, ¿Dónde se encuentra el mundo que ves cuando su causa ha desaparecido?
En última instancia, no puedes ser salvado del mundo porque no hay mundo. Estás salvado de tu sistema de creencias que te dice que hay un mundo. Este sistema de creencias, como he estado diciendo, se basa en la autoacusación de que hemos matado a Dios para que podamos existir en Su lugar.
En el mundo real estás literalmente fuera del sueño y totalmente identificado con el Amor del Espíritu Santo. Ya no te identificas con la causa del mundo, que es la creencia en la separación de Dios. Puedes parecer que estás en el mundo, como lo hizo Jesús, pero tu realidad permanece fuera de él, y por eso para ti el mundo ha desaparecido.
La visión ya tiene un sustituto para todo lo que crees ver ahora. La hermosura puede iluminar tus imágenes y transformarlas de tal manera que las llegues a amar, aun cuando fueron forjadas del odio.
Visión es el término del Curso para la percepción correcta o verdadera, identificándose con el sistema de pensamiento de expiación del Espíritu Santo.
Esto se refiere a la Lección 15, "Mis pensamientos son imágenes que he hecho", que hablaba de las chispas de luz que se arrastran alrededor de los objetos. Le expliqué entonces que las referencias a la luz eran originalmente para un amigo de Helen y Bill, y que no debían ser tomadas literalmente. Se entienden mejor en términos de contenido, lo que significa que aprendemos a ver las cosas de manera diferente. Esta nueva forma de ver está representada por la luz: "La belleza puede iluminar tus imágenes". Todo en el mundo ahora se vuelve hermoso en nuestra percepción llena de luz, porque su propósito ha sido cambiado. Volveremos al importante concepto de finalidad.
Aunque nuestras imágenes estaban hechas de odio -una palabra más fuerte que "ataque"- su propósito ha cambiado. Los miramos con amor, a pesar de su origen. Como dice el texto de la especialidad en una declaración importante que ya hemos citado: "Tal es la amable percepción del Espíritu Santo de lo especial; Su uso de lo que tú hiciste, para sanar en lugar de dañar" (T-25.VI.4:1). El propósito de hacer el mundo era proteger nuestra individualidad y nuestros pensamientos pecaminosos a través de la proyección. Con su propósito cambiado, el mundo se convierte en un aula en la que aprendemos que no hay mundo al revertir la proyección, devolviéndola a la mente que era su fuente. Este hermoso pensamiento nos libera, ya que su belleza ilumina nuestra visión y todo lo que vemos.
Pues ya no las estarás forjando solo.
Esta es otra expresión del principio de que las mentes están unidas. Jesús no está hablando de uniones corporales de ningún tipo. No los haremos solos" porque cuando elegimos identificarnos con Jesús estamos haciendo una elección distinta contra la separación y a favor de la unidad. Ese es el significado de estar con Jesús. Si él es el Cristo porque es el único Hijo de Dios, y yo me uno a él en un instante santo, yo también soy el Cristo, junto con todos los demás.
Cuando elijo el instante profano, ya que todos son uno conmigo dentro del sistema de pensamiento del ego también, estoy enviando el mensaje de que estamos en lo correcto y que Dios está equivocado. Tenemos razón en nuestra creencia de que estamos separados; vosotros tenéis razón al sentirse tratados injustamente, y yo tengo razón al sentirme enojado contigo. Por lo tanto, no somos los únicos que experimentamos los efectos de nuestros pensamientos equivocados o correctos, los efectos de lo que vemos o de la visión de Cristo: la mente del Hijo de Dios es una.
Este principio no tiene nada que ver con este mundo o con nuestra experiencia aquí, sino sólo con los pensamientos de nuestras mentes, de los cuales hay dos, ambos perfectamente unificados: el pensamiento del ego de separación que compartimos como Hijo único, y la corrección de expiación para ese pensamiento, que también compartimos.
En el texto Jesús dice que la visión o el juicio son nuestra elección, pero no ambas (T-20.V.4:7). Visión nos ve a todos como uno, reflejados en este mundo a través de compartir un propósito común. El juicio ve la culpabilidad sobre el pecado de asesinar a Dios para que podamos existir; y debido a esta culpabilidad tratamos continuamente de matar a otro, cumpliendo el principio del ego de uno u otro. Así tenemos el poder de reforzar nuestra decisión por el ego, o de recordarnos mutuamente que hay otra elección que hacer.
El párrafo 5 es la fuente principal de los tres pasos del perdón.
5. La idea de hoy introduce el pensamiento de que no estás atrapado en el mundo que ves porque su causa se puede cambiar. Éste cambio requiere, en primer lugar, que se identifique la causa y luego que se abandone, de modo que pueda ser reemplazada.
Identificar la causa es reconocer que el problema no es lo que hay en el mundo; mi malestar no es causado por lo que mi cuerpo o el de otra persona me hace o no me hace. La causa está en una decisión tomada en mi mente. Ese es el primer paso en el perdón.
Dejar ir -el segundo paso- significa pedirle a Jesús ayuda para ver mi culpa y atacar mis pensamientos de manera diferente. Me doy cuenta de que así como mi ataque contra ti fue una proyección inventada, así también lo fue mi ataque contra mí mismo - permanezco como Dios me creó; quien soy como el Hijo de Dios no ha cambiado. Dejar ir así implica mirar mi culpa con el amor de Jesús a mi lado. Y luego el tercer paso:
En el instante en que le pido a Jesús ayuda para mirar mi culpa, su luz resplandeciente y perdonadora hace que la culpa desaparezca. Mi responsabilidad es sólo llevarle la culpa, el significado de aceptar la expiación por mí mismo (T-2.V.5:1).
Para resumir brevemente estos pasos: 1) Traigo de vuelta en mi mente la culpa que he proyectado sobre ti; 2) Mirando con Jesús, le traigo la culpa de mi mente; en cuyo instante, 3) la culpa se ha ido, porque he aceptado el amor y la luz que ya estaban presentes pero que habían sido ocultados bajo la oscuridad de mi culpa, protegidos por mis pensamientos de ataque.
Los primeros dos pasos de este proceso requieren tu cooperación. El paso final, no. Tus imágenes ya han sido reemplazadas. Al dar los dos primeros pasos, comprobarás que esto es cierto.
Nuestro trabajo, una vez más, es simplemente -el reflejo de la "poca disposición"- llevar a Jesús nuestros pensamientos egoístas; los que proyectamos, en los que creamos el mundo, y los que inventamos sobre nosotros mismos.
Todo en lo que creemos ya ha desaparecido, como dice el pasaje que cité anteriormente: "Este mundo se acabó hace mucho tiempo" (T-28.I.1:6). Simplemente creemos que el mundo está aquí, por eso Jesús usa el término alucinación para describirlo (T-20.VIII.7-8). Llegamos a darnos cuenta de la verdad del principio de la expiación al cambiar nuestras mentes acerca de lo que estábamos tan seguros de que era correcto: hay un mundo externo que nos victimiza a nosotros y a otros. Además, inconscientemente creemos que este mundo hostil es una defensa contra un mundo interior de culpa que es aún más doloroso. Estábamos equivocados sobre el mundo exterior y el mundo interior.
6. Además de usar la idea de hoy a lo largo del día según lo dicte la necesidad, se requieren cinco sesiones de práctica para su aplicación. Según miras a tu alrededor, repite primero la idea para tus adentros lentamente, y luego cierra los ojos y dedica alrededor de un minuto a buscar en tu mente el mayor número posible de pensamientos de ataque que se te ocurran.
Como ya he comentado, "buscar en tu mente" es un tema prominente en Un Curso de Milagros porque nuestros pensamientos de ataque están ocultos. Parte del entrenamiento que recibimos como estudiantes del libro de trabajo y del curso mismo es permitirnos ver los pensamientos de ataque ocultos hasta ahora en nuestras mentes.
Conforme cada uno de ellos cruce tu mente, di:
Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque acerca de _____
Mantén presente cada pensamiento de ataque mientras repites esto, luego descártalo y pasa al siguiente.
Estas instrucciones destacan el importante proceso de llevar la oscuridad de nuestras ilusiones a la luz de la verdad. Estas lecciones no pretenden ser afirmaciones que simplemente afirman esta verdad. Más bien, se supone que representan la verdad, a la que llevamos nuestros pensamientos de ataque. Llevar la luz a la ilusión sólo fortalece la ilusión. Por otro lado, traer las ilusiones a la luz es lo que las hace brillar.
7. Durante las sesiones de práctica, asegúrate de incluir tanto los pensamientos de ataque contra otros como los de ser atacado. Los efectos de ambos son exactamente lo mismo, puesto que ambos son exactamente lo mismo. Aún no reconoces esto, y lo único que se te pide de momento es que durante las sesiones de práctica los trates de igual modo. Todavía nos encontramos en la etapa de identificar la causa del mundo que ves. Cuando finalmente aprendas que los pensamientos de atacar y los de ser atacado no son diferentes, estarás listo para abandonar dicha causa.
No hay diferencia entre ser una víctima o un victimario. Atacar es atacar es atacar. Jesús reitera que no espera que lo entendamos, y mucho menos que nos identifiquemos con él, o incluso que creamos en él, sino que nos pide que lo practiquemos, y nos dice precisamente cómo hacerlo.
A medida que aprendemos que no hay diferencia entre el auto-ataque (culpa) y el ataque, nos damos cuenta de que ser una víctima es la forma más viciosa de ataque posible. Si nos vemos como víctimas, es claro que alguien más pagará el precio del castigo por nuestro pecado. Es este sufrimiento victimizado el que señala con el dedo acusador a otro (ver, por ejemplo, T-27.I.1-4). Renunciar a la inversión de vernos a nosotros mismos como víctimas es la ilusión más difícil de perder; nuestra existencia misma se basa en la idea de que somos las víctimas: No elegimos venir a este mundo - fueron nuestros padres los que nos trajeron aquí; no elegimos tener nuestros cuerpos, personalidades o problemas - fueron nuestros genes o el medio ambiente los que fueron los factores determinantes. Eso es lo que creemos.
Es muy difícil aceptar que verte a merced de fuerzas más allá de tu control es un ataque. Sin embargo, este es el punto de la lección. De nuevo, Jesús no nos está pidiendo que lo aceptemos todavía, pero nos está pidiendo que escuchemos sus palabras y tratemos de entenderlas, y así incluir pensamientos de victimización en nuestros períodos de práctica. No hace falta decir que todavía estamos en las primeras etapas de nuestro entrenamiento mental.
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