“Que la paz sea conmigo, el santo Hijo de Dios. Que la paz sea con mi hermano, que es uno conmigo. Y que a través nuestro, el mundo sea bendecido con paz”. Éste es un modo de resumir de qué trata el Curso: encontrar la paz dentro de nosotros, compartir esa paz con otro, y juntos compartirla con todo el mundo. Lo fundamental es encontrarla dentro de nosotros. Compartirla con otro confirma que está dentro de nosotros, en la relación aprendemos a extender esa paz. Habiendo aprendido a compartirla juntos, entonces extendemos la paz a todo el mundo.
“Padre, Tu paz es lo que quiero dar, al haberla recibido de Ti”.
La paz que recibimos y que damos es la paz de Dios. Es la paz que procede de saber que somos la creación de Dios: “En la santidad fuimos creados y en la santidad seguimos”. “Yo soy Tu Hijo, eternamente como Tú me creaste, pues los Grandes Rayos permanecen en mí por siempre serenos e imperturbables”. No se ha perdido nada de lo que Dios me dio en mi creación. Eternamente en paz, Dios se extendió a Sí Mismo para crearme, y Su paz se extendió dentro de mí y me incluyó en Su quietud. Esa quietud existe siempre. Hay un lugar dentro de ti, dentro de mí, dentro de todos, que está en perfecta paz siempre. Podemos encontrar esa paz en cualquier momento que decidamos hacerlo. Para encontrarla todo lo que tenemos que hacer es permanecer muy quietos, quitar nuestra interferencia. La paz está ahí siempre.
“Quiero llegar a ellos en silencio y con certeza, pues en ninguna otra parte se puede hallar certeza. Que la paz sea conmigo, así como con el mundo”.
Esta mañana, cierra los ojos durante un momento, lo que sea necesario. Deja que los pensamientos que han estado ocupando tu mente se alejen flotando, indiferente a ellos. No intentes alejarlos, no te aferres a ellos. Únicamente deja que se vayan, e intenta hacerte consciente de ese lugar dentro de ti que está en paz siempre. No te esfuerces en encontrarlo, deja que él te encuentre. Únicamente permanece muy quieto. Ábrete a la paz, y aparecerá, porque está ahí siempre. Siéntate en silencio. Si un ruido te llama la atención, no dejes que tu mente se quede “enganchada” en él. Tu único propósito es estar muy quieto y en silencio. Ahora tu único propósito es decir: “Que la paz sea conmigo”.
“Que la paz sea con todo el mundo”. Con dulzura deséales esa paz a todos tus hermanos. Para eso es para lo que estamos aquí. Eso es todo lo que realmente hay que hacer. Será suficiente.
“En Tu Hijo, al igual que en Ti, no hay mancha alguna de pecado. Y con este pensamiento decimos felizmente ''Amén''”.
El pensamiento de perfecta inocencia pone fin al Curso: ésa es su meta.
“El contenido del curso, no obstante, nunca varía. Su tema central es siempre: "El Hijo de Dios es inocente, y en su inocencia radica su salvación"”. (M.1.3:4-5)
Cuando haya aceptado mi propia inocencia, y haya extendido ese pensamiento para que incluya al mundo entero, la salvación se habrá conseguido. Hacer esto es perdonar completamente todas las cosas. La inocencia y la paz van siempre juntas. Sólo los inocentes pueden estar en paz, sólo los pacíficos son inocentes. El mensaje del Curso es de inocencia total. Todos somos inocentes, y nadie tiene que ser condenado para que otro sea libre.
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