1. Nadie puede ver lo que tus resentimientos ocultan. Debido a que tus resentimientos ocultan la luz del mundo en ti, todo el mundo se halla inmerso en la oscuridad, y tú junto con ellos. Pero a medida que el velo de tus resentimientos se descorre, tú te liberas junto con ellos. Comparte tu salvación con aquel que se encontraba a tu lado cuando estabas en el infierno. Él es tu hermano en la luz del mundo que os salva a ambos.
2. Intentemos hoy nuevamente llegar a la luz en ti. Antes de emprender esto en nuestra sesión de práctica más larga, dediquemos varios minutos a reflexionar sobre lo que estamos tratando de hacer. Estamos intentando literalmente ponernos en contacto con la salvación del mundo. Estamos tratando de ver más allá del velo de tinieblas que la mantiene oculta. Estamos tratando de descorrer el velo y de ver las lágrimas del Hijo de Dios desaparecer a la luz del sol.
3. Hoy daremos comienzo a nuestra sesión de práctica más larga plenamente conscientes de que esto es así y armados de una firme determinación por llegar hasta aquello que nos es más querido que ninguna otra cosa. La salvación es nuestra única necesidad. No tenemos ningún otro propósito aquí ni ninguna otra función que desempeñar. Aprender lo que es la salvación es nuestra única meta. Pongamos fin a la ancestral búsqueda descubriendo la luz en nosotros y poniéndola en alto para que todos aquellos que han estado buscando con nosotros la vean y se regocijen.
4. Y ahora, muy serenamente y con los ojos cerrados, trata de deshacerte de todo el contenido que generalmente ocupa tu conciencia. Piensa en tu mente como si fuera un círculo inmenso, rodeado por una densa capa de nubes obscuras. Lo único que puedes ver son las nubes, pues parece como si te hallaras fuera del círculo y a gran distancia de él.
5. Desde donde te encuentras no ves nada que te indique que detrás de las nubes hay una luz brillante. Las nubes parecen ser la única realidad. Parece como si fueran lo único que se puede ver. Por lo tanto, no tratas de atravesarlas e ir más allá de ellas, lo cual sería la única manera de convencerte realmente de su insustancialidad. Eso es lo que vamos a intentar hoy.
6. Después de que hayas pensado en cuán importante es para ti y para el mundo lo que estás intentando hacer, trata de alcanzar un estado de perfecta quietud, recordando únicamente la intensidad con la que deseas alcanzar hoy mismo, en este mismo instante, la luz que resplandece en ti. Resuélvete a atravesar las nubes. Extiende tu mano y, en tu mente, tócalas. Apártalas con la mano, y siente como rozan tus mejillas, tu frente y tus ojos a medida que las atraviesas. 5Sigue adelante; las nubes no te pueden detener.
7. Si estás haciendo los ejercicios correctamente, empezarás a sentir como si estuvieses siendo elevado y transportado hacia adelante. Tus escasos esfuerzos y tu limitada determinación invocan el poder del universo para que venga en tu ayuda, y el Propio Dios te sacará de las tinieblas y te llevará a la luz. Estás actuando de acuerdo con Su Voluntad. No puedes fracasar porque tu voluntad es la Suya.
8. Ten confianza en tu Padre hoy y certeza de que Él te ha oído y te ha contestado. Es posible que aún no reconozcas Su respuesta, pero puedes estar seguro de que se te ha dado y de que la recibirás. Trata de tener presente esta certeza, según intentas atravesar las nubes en dirección a la luz. Trata de recordar que por fin estás uniendo tu voluntad a la de Dios. Trata de mantener claro en tu mente el pensamiento de que lo que emprendes con Dios no puede sino tener éxito. Deja entonces que el poder de Dios obre en ti y a través de ti, para que se haga Su Voluntad y la tuya.
9. En las sesiones de práctica más cortas, que te conviene llevar a cabo tan a menudo como sea posible en vista de la importancia que la idea de hoy tiene para ti así como para tu felicidad, recuérdate a ti mismo que tus resentimientos ocultan la luz del mundo de tu conciencia. Recuérdate también que no la estás buscando solo y que sabes dónde encontrarla. Di entonces:
Mis resentimientos ocultan la luz del mundo en mí.
No puedo ver lo que he ocultado.
Mas por mi salvación y por la salvación del mundo, deseo que me sea revelado.
Asegúrate asimismo de decir para tus adentros:
Si abrigo este resentimiento la luz del mundo quedará velada para mí.
si sientes hoy la tentación de abrigar algún resentimiento contra alguien.
Esa es la idea principal. La "luz del mundo" es el Espíritu Santo en nuestras mentes, la memoria del Amor de Dios que tanto hemos buscado olvidar. Estamos protegiendo la luz del mundo -la memoria de nuestra identidad como Cristo- que espera nuestra elección para recordarla. El primer escudo es la culpa, nuestro auto-odio. El segundo escudo surge cuando proyectamos la culpa de nuestra mente y atacamos cuerpos. Atacarnos a nosotros mismos constituye una enfermedad; atacar a los demás es ira. Por lo tanto, el propósito de presentar quejas es permitirnos decir: "La culpa no está en mí, sino en ti." Este segundo escudo nos protege de la culpabilidad, que a su vez nos protege del amor.
La filiación es una. Si tomo la mano de Jesús y estoy en su luz, toda la filiación está conmigo. Si dejo caer su mano, mi mente se llena de nuevo con la oscuridad de mi pecado y culpa. La filiación también está conmigo.
El levantamiento del velo -la esencia del perdón o el milagro- no tiene nada que ver con lo que la otra persona acepta o no acepta, cree o percibe. Sólo tiene que ver con lo que está en nuestras mentes, la esfera de acción del sueño. No hay nada dentro de nosotros excepto los pensamientos del Cielo o del infierno, el nosotros que es el Hijo único de Dios.
En la presencia de la luz de Cristo, nuestra individualidad se ha ido. Es esto lo que tememos, el lugar de nacimiento de nuestra resistencia al Curso A de Milagros y, más específicamente, a este tipo de lección.
Las palabras de aliento de Jesús, instándonos a recordar por qué estamos aquí, mientras dejamos a un lado nuestra "antigua[e inútil] búsqueda" que no nos llevó a ninguna parte. Ahora, habiendo escogido la luz en vez de la oscuridad, nos convertimos en recordatorios para que otros hagan la elección que nosotros hemos hecho.
El contenido que Jesús nos pide que dejemos ir tiene que ver con quejas del pasado, pensamientos especiales del presente y temores del futuro, todo lo cual tiene que ver con los cuerpos. Sólo vemos las nubes porque estamos en las nubes. Estamos fuera del círculo de la luz, y por lo tanto creemos que estamos "muy lejos de él". La culpa es el gran cegador del universo. Una vez que nos identificamos con él, no podemos sino "ver" a través de sus ojos. Pero tales ojos fueron hechos para no ver, como ya hemos discutido. Así que no podemos ver el círculo de luz, aunque esté a nuestro alrededor; de hecho, aunque seamos nosotros.
Todo lo que conocemos es nuestra individualidad y especialidad, lo que creemos que es real. Debido a que percibimos un mundo de cuerpos, una locura compartida por miles de millones de personas, creemos que esto es una realidad, y no somos conscientes de la verdad subyacente. Una vez más, la oscuridad de la culpabilidad nos ciega a la luz. Recuerda esa declaración importante:
Nada tan cegador como la percepción de la forma (T-22.III.6:7).
No intentamos atravesar y pasar las nubes porque no vemos ninguna razón para hacerlo. Sin conocer la luz verdadera, hacemos lo mejor que podemos. Creemos que nuestros problemas están en los bancos de nubes del mundo, al igual que creemos que nuestras soluciones también se encuentran allí. La estrategia del ego de establecer la falta de mente como realidad ha sido notablemente exitosa.
Jesús no está hablando de salvar un mundo externo: ¡no hay un mundo externo! Él está hablando del mundo en el que creemos, proyectado desde nuestras mentes. Creemos en un mundo de separación de Dios, el hogar del pecado, la culpa, el miedo, el ataque y la muerte. Proyectamos este sistema de pensamiento, y ahora creemos que existe un mundo fuera de nosotros y que necesita ser salvado. De nuevo, cuando Jesús habla de que somos la luz salvadora del mundo, claramente no está hablando de nada externo, lo cual sería exactamente lo opuesto a su mensaje. Salvamos al mundo porque nos salvamos a nosotros mismos; nos salvamos porque salvamos al mundo; nuestro yo y el mundo son uno y el mismo: las ideas no dejan su fuente. Lo siguiente resume sucintamente las enseñanzas de Jesús sobre la relación mente-mundo y la naturaleza de la salvación:
No es éste un mundo que provenga de la voluntad, pues está regido por el deseo de ser diferente de Dios, y ese deseo no tiene nada que ver con la voluntad. El mundo que has fabricado es, por lo tanto, completamente caótico, y está regido por "leyes" arbitrarias que no tienen sentido ni significado alguno. Se compone de lo que tú no deseas, lo cual has proyectado desde tu mente porque tienes miedo de ello. Sin embargo, un mundo así sólo se puede encontrar en la mente de su hacedor, junto con su verdadera salvación. No creas que se encuentra fuera de ti, ya que únicamente reconociendo dónde se encuentra es como podrás tener control sobre él. Ciertamente tienes control sobre tu mente, ya que la mente es el mecanismo de decisión. (T12. III. 9. 5,10)
Jesús enfatiza que las nubes no son externas. Son los pensamientos de ataque de la mente, proyectados como experiencia corporal. Este énfasis, no hace falta decir, refleja la destrucción de la estrategia del ego de la falta de conciencia al hacernos recordar que tenemos una mente. También refleja que Jesús nos anima a elegir la felicidad, que sólo puede ser alcanzada a través de la elección de ser guiados a través de las nubes de la culpabilidad a la luz de la verdad.
La tolerancia al dolor puede ser alta, pero no es ilimitada. Eventualmente todos comienzan a reconocer, aunque sea tenuemente, que debe haber una mejor manera. (T-2.III.3:5-6).
Nuestro dolor nos hace admitir que estábamos equivocados. No funciona mantener juicios, quejas, especializaciones de cualquier tipo. Nada funciona, excepto dejarlos ir a todos. En algún momento llegaremos a aceptar esta verdad por nosotros mismos. Hasta entonces, la lección es simplemente algo que hacemos a nivel de comportamiento. Las nubes de la culpabilidad no pueden detenernos a menos que nuestras mentes les den el poder para hacerlo.
¿Cómo podemos perder? Este, por supuesto, es el punto. Nuestros egos quieren que perdamos, y ni siquiera lo sabemos! No podemos perder porque "el resultado es tan cierto como Dios" (T-4.II.5,8). Aprendemos que esto es verdad cuando aceptamos la Expiación por nosotros mismos, lo que significa que aceptamos el hecho feliz de que la separación de Dios nunca ocurrió. Todo lo que se requiere para esta aceptación es nuestro "pequeño esfuerzo y pequeña determinación" -nuestra pequeña disposición- para permitir que esta verdad sea restaurada a nuestra conciencia por el Espíritu Santo, como Jesús nos asegura en los siguientes pasajes en el contexto del instante santo:
El instante santo es el resultado de tu determinación de ser santo.... Preparas tu mente para ello sólo hasta el punto de reconocer que lo quieres por encima de todo. No es necesario que hagas más; de hecho, es necesario que te des cuenta de que no puedes hacer más.... El instante santo no viene sólo de tu pequeña voluntad. Es siempre el resultado de tu pequeña voluntad combinada con el poder ilimitado de la Voluntad de Dios (T-18.IV.1:1,4-5; 4:1-2).
... Tu parte es sólo ofrecerle a Él[el Espíritu Santo] un poco de buena voluntad para que elimine todo el miedo y el odio, y para que sea perdonado. Sobre tu pequeña fe, unida a Su entendimiento, Él construirá tu parte en la expiación y se asegurará de que la cumplas fácilmente. Y con Él, construirás una escalera plantada en la roca sólida de la fe, y que se elevará hasta el Cielo (T-18.V.2:5-7).
Tened confianza en vuestro Padre hoy, y estad seguros de que Él os ha escuchado y os ha respondido. Puede que aún no reconozcas Su respuesta, pero puedes estar seguro de que te ha sido dada y de que la recibirás.
Este pasaje es importante porque refleja para nosotros que Jesús sabe que esto es un proceso: "Puede que aún no reconozcas su respuesta." Él no espera que pasemos instantáneamente a través de las nubes de la ilusión hacia su luz. Como en muchos, muchos otros lugares, Jesús nos recuerda la meta, la fuerza de nuestro deseo de alcanzarla, y cuánta práctica tenemos por delante. Una vez más, "el resultado es tan cierto como Dios", y simplemente espera la disminución de nuestro temor de que podamos aceptar la respuesta de Dios.
Esto, entonces, se convierte en el prototipo para vivir en el mundo. A medida que experimentamos las nubes del ego de culpa y miedo, ansiedad y depresión, tratamos de recordar Quién va con nosotros. Es sólo a través de esta experiencia de confianza en un poder que no somos nosotros -el Amor de Dios y no el ego- que finalmente somos capaces de pasar a través de las nubes hacia la luz. Como explica Jesús.
... Sin embargo, Dios puede llevarte allí, si estás dispuesto a seguir al Espíritu Santo a través del terror aparente, confiando en que Él no te abandone y te deje allí. Porque no es Su propósito asustarlos, sino sólo el suyo. Estás severamente tentado a abandonarlo en el anillo exterior del miedo[el círculo del miedo], pero Él te guiará con seguridad a través y mucho más allá (T-18.IX.3:7-9).
Debido a nuestro Compañero debemos tener éxito, porque la verdad siempre triunfará sobre la ilusión, ya que la verdad es todo lo que hay.
Vemos que no somos nosotros los que llevamos a cabo esta unión, sino el poder de Dios. Esto significa realmente el Espíritu Santo, que devuelve a nuestra conciencia la unidad de voluntades que es nuestra única realidad.
Ese entendimiento viene cuando pedimos la ayuda del Espíritu Santo en vez del ego loco, cuando somos tentados a aferrarnos a una queja. La motivación para tal cambio viene con el reconocimiento de que nuestra felicidad depende de ello:
Mis resentimientos ocultan la luz del mundo en mí.
No puedo ver lo que he ocultado.
Mas por mi salvación y por la salvación del mundo, deseo que me sea revelado.
No sólo nuestra felicidad depende de ello, sino nuestra salvación del infierno de la culpabilidad; no sólo nuestra salvación, sino la de toda la filiación ya que, una vez más, nuestras mentes son una.
Jesús nos dice que debemos vigilar nuestras mentes para detectar todos los pensamientos de ataque -"grandes" o "pequeños", "justificados" o "injustificados"- y darnos cuenta de que nos están ocultando la luz del mundo. Dejen de lado el hecho de que nuestras quejas están ocultando la luz de esta otra persona; nos están manteniendo en la oscuridad. Nuestra liberación es la motivación -la única motivación que realmente funcionará- para dejarlos ir.
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