1. Toda tentación no es más que una variante de la tentación básica de no creer la idea de hoy. La salvación parece proceder de cualquier parte excepto de ti. Lo mismo se puede decir del origen de la culpabilidad. Tú no crees que la culpabilidad y la salvación estén en tu mente y sólo en tu mente. Cuando te des cuenta de que la culpabilidad es sólo una invención de la mente, te darás cuenta también de que la culpabilidad y la salvación tienen que encontrarse en el mismo lugar. Al entender esto te salvas.
2. El aparente costo de aceptar la idea de hoy es el siguiente: significa que nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz. Significa también que nada externo a ti te puede hacer daño, perturbar tu paz o disgustarte en modo alguno. La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres. No es éste un papel que se pueda aceptar parcialmente. Y seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que aceptarlo es la salvación.
3. Es probable, no obstante, que aún no esté claro para ti por qué razón reconocer que la culpabilidad está en tu propia mente conlleva asimismo darte cuenta de que la salvación está allí también. Dios no habría puesto el remedio para la enfermedad donde no te pudiese servir de nada. Así es cómo funciona tu mente, pero no la Suya. Él quiere que sanes, y por eso mantiene la Fuente de la curación allí donde hay necesidad de curación.
4. Tú has tratado de hacer justamente lo contrario, intentando por todos los medios, no importa cuán distorsionados o extravagantes, separar la curación de la enfermedad a la que estaba des-tinada, conservando de este modo la enfermedad. Tu propósito ha sido asegurarte de que la curación no tuviese lugar. El propósito de Dios ha sido asegurarse de que sí tuviese lugar.
5. Nuestra práctica de hoy consiste en darnos cuenta de que la Voluntad de Dios y la nuestra coinciden completamente en esto. Dios quiere que sanemos, y nosotros no queremos realmente estar enfermos, pues eso no nos hace felices. Al aceptar la idea de hoy, por lo tanto, estamos en realidad de acuerdo con Dios. Él no quiere que estemos enfermos. Nosotros tampoco. Él quiere que nos curemos. Nosotros también.
6. Hoy estamos listos para dos sesiones de práctica largas, cada una de las cuales debe tener una duración de diez a quince minutos. Dejaremos, no obstante, que seas tú quien decida cuándo llevarlas a cabo. Seguiremos esta norma en varias de las lecciones sucesivas, por lo que una vez más sería mejor que decidieses de antemano la mejor hora para llevar a cabo cada una de las sesiones de práctica y que luego te adhirieses lo más fielmente posible al horario establecido.
7. Empieza estas sesiones de práctica repitiendo la idea de hoy, añadiendo una afirmación en la que se vea expresado tu reconocimiento de que la salvación no procede de nada externo a ti. Podrías, por ejemplo, decir lo siguiente:
Mi salvación procede de mí. No puede proceder de ninguna otra parte.
Dedica después varios minutos, con los ojos cerrados, a revisar algunas de las fuentes externas en las que en el pasado buscaste la salvación: en otra gente, en posesiones, en diversas situaciones y acontecimientos, y en conceptos de ti mismo que intentaste convertir en realidad. Reconoce que la salvación no se encuentra en nada de eso, y dite a ti mismo:
Mi salvación no puede proceder de ninguna de esas cosas.
Mi salvación procede de mí, y sólo de mí.
8. Trataremos ahora nuevamente de llegar a la luz en ti, que es donde realmente se encuentra tu salvación. No puedes encontrarla en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has estado buscando. No está ahí. Está más allá de las nubes, en la luz que se encuentra tras ellas. Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz. Pero recuerda también que jamás encontraste nada que fuese duradero o que realmente quisieras en los tapices de nubes que te imaginabas.
9. Puesto que todas las ilusiones de salvación te han fallado, seguramente no querrás quedarte en las nubes buscando en vano ídolos falsos, cuando te sería tan fácil llegar hasta la luz de la verdadera salvación. Trata de ir más allá de las nubes utilizando cualquier medio que te atraiga. Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano, y que te estoy guiando. Y te aseguro que esto no será una vana fantasía.
10. Para las sesiones de práctica cortas y frecuentes de hoy, recuérdate a ti mismo que la salvación procede de ti y que nada, salvo tus propios pensamientos, puede impedir tu progreso. Estás libre de toda interferencia externa. Estás a cargo de tu salvación. Estás a cargo de la salvación del mundo. Di, entonces:
Mi salvación procede de mí.
No hay nada externo a mí que me pueda detener.
En mí se encuentra la salvación del mundo y la mía propia.
El problema de la culpabilidad está en nuestras mentes. En otras palabras, la causa de nuestra angustia está dentro de nosotros, así como su destrucción. No son, y no pueden ser encontrados en nada externo. la salvación sólo puede venir de la mente, ya que la esclavitud viene sólo de la mente también.
El ego inventa la culpa como la defensa contra la salvación -la aceptación de la expiación que está en nuestras mentes correctas. Nos dice que tomemos el problema de la culpa y lo proyectemos en otra persona. Nuestro problema ahora se ha convertido en la culpa de otra persona, no en la nuestra. Así pasamos el resto de nuestras vidas -como individuos y como sociedad- tratando de resolver el problema mental de la culpa que se percibe como algo ajeno a nosotros.
No hay nadie ni nada fuera que pueda salvarnos. Desde la perspectiva del Curso, esto significa el fin de todos los gurús, en la expresión popularizada de esta práctica oriental. Sólo el poder de nuestra mente para elegir -y esto no se puede decir con suficiente frecuencia- puede traernos la salvación y la paz. Nadie afuera puede ayudarnos porque no hay nadie afuera; nada afuera puede dañarnos porque no hay nada afuera.
El perdón funciona todo el tiempo, o de lo contrario no funciona en absoluto. Recuerde que este es un curso de todo o nada.
Nuestras mentes han separado el problema de la solución. Afortunadamente, "Dios piensa de otra manera" (T-23.I.2:7). El recuerdo de Su Amor nos permite llevar el problema (proyectado desde la mente) de vuelta a la solución (en la mente).
el verdadero temor del ego no es el Amor de Dios, del que no sabe nada, sino el poder de la mente para tomar la decisión correcta. La solución, por lo tanto, está en nuestras mentes, porque esa es la fuente del problema, que no reside en el sistema de pensamiento del ego en sí, sino en nuestra decisión de identificarnos con él.
... Por lo tanto, no busques cambiar el mundo, sino que elije cambiar tu mente sobre el mundo (T-21.in.1:7).
La única motivación que funcionará es acabar con nuestra miseria y dolor. No vamos a estudiar y practicar un Curso de Milagros porque Jesús dice que debemos hacerlo, sino porque finalmente reconocimos que todo lo que intentamos por nuestra cuenta ha fracasado. Aceptamos por fin que sólo la unión con Jesús nos hará felices. Nuestra decisión de estar con él refleja así la unión de nuestra voluntad con la de Dios, reflejando la decisión de sanar la separación.
Jesús enseña que la libertad radica en mirar la relación especial de odio (T-16.IV.1:1). Debemos mirar nuestros pensamientos perturbados, enfermos, locos y odiosos antes de que podamos pasar de ellos al amor que hay debajo. La salvación no se encuentra en las nubes del mundo, sino sólo en la luz de la Expiación que el ego ha mantenido oculta, pero que nunca ha dejado de brillar en nuestras mentes.
Hay una parte de nosotros que todavía cree que hay esperanza para algo aquí. Creemos que nuestra especialidad aún funcionará; sólo tenemos que hacerlo mejor. Este tipo de pensamiento es la razón por la que sentimos que Un Curso de Milagros no nos ayuda. Y así tenemos que ser recordados, recordados continuamente, cómo nada en el mundo ha satisfecho nunca, ni lo hará nunca, nuestro anhelo de amor y paz.
Este es uno de los pocos lugares en el libro de trabajo donde Jesús habla de sí mismo. No hace falta decir que es una declaración poderosa. Él está diciendo: "Lo harías mucho mejor atravesando las nubes conmigo." De hecho, como Jesús lo deja claro en otros lugares: "No puedes atravesar las nubes sin mí." Por eso, por ejemplo, dice que te necesita tanto como tú a él (T-8.V.6:10), una referencia que ya hemos visto. Mientras creas que eres un cuerpo individual, necesitas otro cuerpo individual para que te ayude; una mano para que te guíe a través del pantano de lo especial. Mientras te identifiques como estudiante de su curso, la ayuda de Jesús es extraordinariamente significativa.
... Jesús es para ti el portador del único mensaje de Cristo del Amor de Dios. No necesitas a nadie más. Es posible leer sus palabras y beneficiarse de ellas sin aceptarlo en su vida. Sin embargo, te ayudaría un poco más si compartieras con él tus penas y alegrías, y las dejaras a ambas para encontrar la paz de Dios (C-5.6:4-7).
La lección termina con el importante recordatorio de que ya no estamos justificados para trasladar la responsabilidad de nuestros impedimentos espirituales de nosotros mismos a las influencias externas. Jesús quiere que recordemos tan a menudo como sea posible a lo largo del día que la salvación viene sólo de nosotros. Estas son malas noticias para nuestros egos, pero las mejores noticias para la parte de nuestras mentes que quiere volver a casa. Nada en el mundo puede impedir este regreso, y puesto que esto es lo que realmente queremos, no podemos evitar tener éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario