jueves, 21 de marzo de 2024

Lección 82 Repaso







1. (63) La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón.

Mi perdón es el medio por el que la luz del mundo se expresa a través de mí. Mi perdón es el medio por el que cobro conciencia de la luz del mundo en mí. Mi perdón es el medio por el que el mundo sana, junto conmigo. Permítaseme, entonces, perdonar al mundo para que éste pueda sanar junto conmigo.
Algunas sugerencias para las aplicaciones concretas de esta idea son:

Que la paz se extienda desde mi mente hasta la tuya, [nombre].
Comparto la luz del mundo contigo, [nombre].
Mediante mi perdón puedo ver esto tal como es.

3. (64) No dejes que me olvide de mi función.

No me olvidaré de mi función porque quiero recordar mi Ser. No puedo desempeñar mi función si la olvido. Y a menos que desempeñe mi función, no experimentaré la dicha que Dios dispone que yo tenga. Algunas variaciones específicas de esta idea son:

No me valdré de esto para ocultarme a mí mismo mi función.
Me valdré de esto como una oportunidad para desempeñar mi función.
Esto podrá ser una amenaza para mi ego, pero no puede alterar mi función en modo alguno.







Vemos el tema, ahora familiar, de que la mente del Hijo de Dios es una, la base para la sanación del mundo. Si te perdono, debo estar perdonándome porque venimos del mismo yo culpable. Cuando acepto el amor de Jesús como mi identidad en vez del amor especial del ego, me doy cuenta de que no hay separación en la filiación. Por lo tanto, es imposible perdonar una parte de la filiación sin perdonar toda ella. Esta es una parte esencial del mensaje del Curso. Para decirlo de nuevo, Jesús no está hablando de sanar un mundo externo. No hay un mundo externo! Por eso dice en el texto: "No busquéis cambiar el mundo, sino que decidáis cambiar de opinión sobre el mundo" (T-21.in.1,7). El mundo, siendo una idea, nunca ha dejado su fuente en la mente; por lo tanto, todavía existe allí. Así, cuando mi mente es sanada de pensamientos de separación -pecado, culpa y ataque- el mundo debe ser sanado en consecuencia.

Si hay paz en tu mente, debe extenderse a todos. Una manera clara de discernir si has elegido la paz de Dios o el odio del ego es prestar atención a tus percepciones. Si percibes algo en el mundo que te perturba, la paz no puede estar en tu mente. Esto refleja las primeras lecciones que enseñaron que todo lo que percibimos fuera de nosotros proviene de nuestros pensamientos. Así nos daremos cuenta de que si no estamos en paz fuera, nuestras mentes no pueden estar en paz. Esto nos ayuda a entender la elección del ego que hemos hecho, que podemos corregir y deshacer.

Si queremos saber si hemos elegido a Jesús o al ego como nuestro maestro, debemos prestar atención a nuestras reacciones en el mundo. Necesitamos recordar que cada vez que nos encontramos juzgando o enojándonos, esto es una bandera roja que dice: "He elegido mi ego de nuevo". En lugar de asumir la responsabilidad de esta decisión, elijo proyectarla, viéndola en todos los demás, pero no en mí". Este pensamiento loco es fácilmente deshecho a través del perdón.

Si realmente quiero recordar Quién soy y volver a casa, debo perdonar. Mi función de perdón, entonces, es el medio por el cual logro el fin de recordar mi identidad.
Si te encuentras haciendo juicios -odio especial o amor especial- esa es una señal segura de que has elegido no despertar del sueño y recordar tu Ser. En vez de eso, tu has elegido permanecer prisionero, pero culpando a otros por su condición. Cuando descubras lo que has hecho, no debes juzgarte ni sentirte culpable. Simplemente le pides a Jesús que te ayude a recordar que no eres feliz aquí, y que ningún juicio que hayas hecho, o especial que hayas buscado, te ha traído nada más que la ilusión de la felicidad y la paz. Pídele a Jesús que te ayude a mirar sin juzgarte, lo que también significa mirar a otros sin juzgarte.
Para repetir, si quieres saber lo que está sucediendo en tu mente, presta atención a lo que estás pensando, percibiendo y sintiendo. Si hay paz y un espíritu de unirse con otros en una meta común, sabes que has escogido al Espíritu Santo como su Maestro. Por otro lado, si te sientes inquieto, ese es el signo seguro de que has elegido el ego.

Por eso necesitamos un Maestro que nos recuerde nuestra función de perdón, que puede definirse como dejar ir el juicio. Por lo tanto, si te encuentras juzgando, estás eligiendo -no sucede automáticamente- olvidarte de tu función porque no quieres volver a casa. Olvidar es intencional.

Cada vez que nos sentimos especiales, hacemos juicios, o estamos ocupados en algo del sistema del ego, estamos diciendo que no queremos la alegría que Dios quiere para nosotros, aceptando el sustituto del ego en su lugar. En nuestra culpabilidad por apartar el gozo de Dios, lo proyectamos y encontramos fallas en todos los demás. La idea, una vez más, no es juzgarnos por proyectar, sino ser conscientes de que eso es lo que hemos hecho, y del tremendo coste que supone para nosotros haberlo hecho.

No permitas que use esto para ocultarme mi función.
"Esto" es cualquier cosa que experimentamos durante el día; por ejemplo, estar descontentos con el cambio de clima o con lo que alguien hizo o no hizo. Entonces deberíamos decir: "Estoy eligiendo la situación como excusa para ocultar mi función, lo que quiero hacer para mantener alejada la alegría de Dios."

En lugar de usar una situación como una oportunidad para negar nuestra función, podemos dejar que Jesús la redefina como una oportunidad para perdonar. En otras palabras, podríamos ver todo como un aula que el Espíritu Santo puede usar para enseñarnos que nuestra felicidad no radica en nada externo, ni en ser un ser separado, sino en elegir a Jesús como el maestro que nos guía más allá de nuestra especialidad y nos lleva a casa. Esto, una vez más, se aplica a todo lo que sucede durante el día.

En otras palabras, si percibo lo que alguien dice o hace como una amenaza, esto no significa que mi función haya desaparecido. Sólo significa que he elegido estar molesto porque quiero ocultarlo. Sin embargo, descansa a salvo dentro de mí porque su Maestro lo hace. Por lo tanto, nada tiene el poder de quitarme la función del perdón, excepto mi propia decisión.
































No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lección 365 Tu llegada al hogar es segura.

  Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero únicamente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz. Y si nece...