1. (71) Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito.
Es inútil que ande buscando febrilmente la salvación por todas partes. La he visto en muchas personas y en muchas cosas, pero cada vez que traté de alcanzarla no estaba allí. Estaba equivocado con respecto a dónde se encuentra. Estaba equivocado con respecto a lo que es. Ya no emprenderé más búsquedas inútiles. Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito. Y me regocijaré porque Su plan jamás puede fallar.
Estas son algunas de las variaciones que se sugieren para las aplicaciones más concretas de la idea:
El plan de Dios para la salvación me librará de mi percepción de esto.
Esto no es una excepción al plan de Dios para la salvación.
Quiero percibir esto únicamente a la luz del plan de Dios para la salvación.
Sólo puede ser el plan de salvación de Dios el que funcione, porque ningún otro plan puede salvarnos. Todos los demás son externos y están diseñados para fallar, ya que cada uno distraería la atención de nuestras mentes, la fuente de nuestro problema y la Fuente de nuestra salvación.
Los ídolos de la salvación -nuestras relaciones especiales- siempre fallarán, ya que fueron hechos para ese propósito, siendo los únicos sustitutos de Lo que puede salvarnos. Más aún, se hicieron ídolos para mantenernos en un estado perpetuo de falta de mente, asegurándonos de que nunca ejerceríamos el poder de la mente para elegir de nuevo: la salvación en lugar de la esclavitud.
La paz y el amor nunca llegarán cuando los busquemos fuera de nosotros mismos.
Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. Deja que Él te recuerde Su Amor por ti, y no trates de ahogar Su Voz con los cantos de profunda desesperación que les ofreces a los ídolos de ti mismo. No busques esperanzas más allá de tu Padre. Pues la esperanza de felicidad no es la desesperación. (T29.VII.10.4,7)
Llegando por fin a nuestra cordura, nos comprometemos a no perder más tiempo buscando lo que nunca se puede encontrar, eligiendo sólo seguir el camino del perdón, el único que nos llevará a casa.
Cuando nos sentimos tentados a ser molestados por algo, sólo tenemos que darnos cuenta de que esta es nuestra percepción del problema.
Si estamos trastornados, sabemos que hemos elegido el ego. El plan de Dios para la salvación nos llama a cambiar nuestras mentes, o más al grano, a cambiar a nuestro maestro. Una vez más, si no estamos contentos con cómo va algo, simplemente tenemos que darnos cuenta de que es porque elegimos la voz equivocada y su interpretación de la situación.
Para reafirmar este punto: El plan de Dios para salvarnos es que elijamos un nuevo maestro. Mirando la situación a través de Sus ojos, nos damos cuenta que esta es una oportunidad para ver lo que está sucediendo dentro de nuestras mentes. Si no estuviéramos molestos por lo que parece ser externo, no tendríamos la oportunidad de traerlo adentro y darnos cuenta de que es una proyección. Es por eso que nuestras relaciones especiales son nuestros salvadores. Nos ofrecen la oportunidad de reconsiderar nuestras percepciones erróneas. Una vez que nos damos cuenta de que el problema está dentro, somos libres de tomar otra decisión.
El principio del perdón siempre funciona: "No hay orden de dificultad en los milagros." No hay percepción de dificultad, dolor o incomodidad que no cambiará cuando elegimos dejar de lado nuestras quejas y culpa, y aceptar la Expiación para nosotros mismos. El plan de Dios para la salvación es simple. Por eso siempre funciona.
3. (72) Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación.
Abrigar resentimientos es un intento de probar que el plan de Dios para la salvación fracasará. Sin embargo, sólo Su plan puede tener éxito. Al abrigar resentimientos, por lo tanto, estoy excluyendo de mi conciencia mi única esperanza de salvación. Mas no quiero seguir yendo en contra de mis propios intereses de esta manera tan descabellada. Quiero aceptar el plan de Dios para la salvación y ser feliz.
Las aplicaciones concretas de esta idea pueden hacerse utilizando las siguientes variaciones:
Según contemplo esto estoy eligiendo entre la percepción falsa y la salvación.
Si veo motivos en esto para abrigar resentimientos, no veré motivos que justifiquen mi salvación.
Esto es un llamamiento a la salvación, no al ataque.
Diciéndole a Jesús que algo anda mal porque no estoy en paz, le permito que me enseñe que lo que me molesta en ti es una parte separada de lo que me molesta en mí: mi culpa por separarme del Amor de Dios. Jesús me ayuda a darme cuenta de que estoy eligiendo entre la percepción errónea y la salvación mientras miro esto. Llego a comprender que mi percepción es el efecto de mi elección: las quejas del ego o el milagro del Espíritu Santo. La primera me arraiga aún más en el mundo de la culpa y el ataque, mientras que la segunda me lleva a mi mente, el hogar de la salvación.
El dolor de mis decisiones equivocadas me impulsa finalmente a elegir en contra de la locura de creer que sé lo que es mejor para mí.
Estoy aprendiendo que todas las circunstancias de mi vida -pasadas, presentes o anticipadas- me ofrecen la oportunidad de elegir ver de otra manera.
Mi pensamiento se origina en la decisión de la mente por el ego o el Espíritu Santo. La elección correcta del perdón corrige el pensamiento del ego, lo que llevó a mis percepciones equivocadas de las quejas y los ataques. Debido a que ahora elijo ser feliz, veo bases para el perdón y la salvación en todo. Sólo deseando permanecer en el dolor de mi culpa elegiría ver motivos de queja. Sin embargo, como Jesús afortunadamente nos recuerda (por ejemplo, T-16.VI.8:8), ya no estoy completamente loco y por eso pido la salvación y no el ataque.
Recuerda: "No busques cambiar el mundo, sino que elije cambiar tu forma de pensar sobre el mundo" (T-21.in.1:7).
Comentario:
Me parece muy interesante cómo las lecciones parecen alternar entre ver resentimientos y dónde buscamos la salvación. Estoy empezando a entender la idea, pienso: Cuando mi ego quiere impedirme encontrar la salvación de Dios dentro de mi Ser, me distrae con algún tipo de resentimiento fuera de mí. Al ver la causa de mis problemas fuera, naturalmente busco la solución fuera. Busco la salvación fuera de mí mismo.
El problema no es nunca lo de fuera. “Los que consideras culpables se convierten en los testigos de tu culpabilidad, y es en ti donde la verás, pues estará ahí hasta que sea des-hecha. La culpabilidad se encuentra siempre en tu mente, la cual se ha condenado a sí misma. No sigas proyectando culpabilidad, pues mientras lo hagas no podrá ser deshecha” (T.13.IX.6:6-8). Lo que estamos viendo ahí fuera, el objeto de nuestros resentimientos, es únicamente la proyección de la condena a uno mismo. Podemos cambiar el nombre del pecado para proteger a los culpables (nosotros mismos), pero es nuestro pecado lo que estamos viendo ahí fuera en el mundo. Por esa razón ver resentimientos fuera nos impide encontrar la salvación dentro.
Como dice el repaso, hemos buscado la salvación en muchos lugares y cosas diferentes, y nunca estaba donde buscamos. No la podemos encontrar ahí fuera porque no está ahí fuera en ningún sitio. No hay esperanza de salvación en el mundo, y eso son buenas noticias. Son buenas noticias porque ya no tenemos que depender de nadie ni de nada fuera de nosotros para que haga su papel adecuado, ni que llegue en el momento oportuno para satisfacer nuestras necesidades, ni que haga nada. Podemos abandonar la expectativa de que alguien nos salve, y podemos volvernos a lo único en lo que podemos confiar absolutamente: nosotros mismos, nuestro Ser. Podemos liberar a todos del aprisionamiento en el que los hemos tenido durante toda nuestra vida. Podemos decirle al mundo: “No eres responsable de mí. Ya no te hago responsable de mi infelicidad. Me he dado cuenta de que es tarea mía, no la tuya”.
Recuerdo lo raro que me sentí, pero también lo feliz, de decirle a mi querida amiga Lynne, hace años: “Me he dado cuenta de que no te necesito”. Siendo más sabia que yo en aquel momento, ella se quedó encantada. Yo tenía miedo de que ella se sintiera ofendida, ¡qué cosa tan “poco romántica” decirle a tu pareja: “No te necesito”! Aunque ella entendió exactamente lo que yo quería decir. Yo le estaba diciendo que ya no esperaba que ella me hiciera feliz, ya no cargaba con la insoportable carga de mi felicidad. Pensar que nuestra pareja es responsable de nuestra felicidad es exactamente lo que convierte a las relaciones especiales en un infierno, porque cuando yo no soy feliz, tengo un resentimiento, como en un sindicato de trabajadores: “¡Eh! Tú no estás cumpliendo tu parte del trato. Se supone que tienes que hacerme feliz”. Y el resentimiento contra nuestra pareja nos aleja de la salvación en nuestro corazón.
Siempre me ha gustado la última línea de la lección de hoy: “Esto es un llamamiento a la salvación, no al ataque”. Me recuerda a una vieja frase de la serie televisiva de Superman (la de George Reeves, ¡aquí estoy demostrando mi edad!). Clark Kent mira a un crimen o desastre que está ocurriendo y dice: “Esto es trabajo de Superman”. En lugar de mirar a los acontecimientos de nuestra vida y pensar: “Esto es trabajo del ego. ¡Ataquemos!. Hagamos y guardemos un resentimiento”, podemos mirar a la situación y decir: “¡Esto es trabajo de Dios! Perdonemos. Respondamos con amor a la petición de amor”. Cuando surja una necesidad a mi alrededor, ¿Qué poder voy a invocar: a Dios o al ego?
La elección es “entre la percepción falsa y la salvación”. La única alternativa a la salvación es algo irreal, una ilusión, una percepción falsa. El único modo en que puedo impedirme ser feliz es percibir falsamente a mi hermano; si le veo de verdad, siempre encontraré la salvación. “Al abrigar resentimientos, por lo tanto, estoy excluyendo de mi consciencia mi única esperanza de salvación”. ¡Qué cosa más tonta! ¡Voy a dejar de hacerlo!
“Quiero aceptar el plan de Dios para la salvación y ser feliz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario