(75) La luz ha llegado.
Al elegir la salvación en lugar del ataque, estoy simplemente eligiendo reconocer lo que ya está ahí. La salvación es una decisión que ya se tomó. El ataque y los resentimientos no existen como opciones. Por eso es por lo que siempre elijo entre la verdad y la ilusión; entre lo que está ahí y lo que no está ahí. La luz ha llegado. Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa. 8La luz ha reemplazado a la oscuridad, y la oscuridad ha desaparecido.
Las siguientes variaciones pueden ser útiles para las aplicaciones concretas de esta idea:
Esto no puede mostrarme la oscuridad, pues la luz ha llegado.
Tu luz, [nombre] es lo único que quiero ver.
No quiero ver en esto más que lo que hay ahí.
Dejamos la luz cuando elegimos la oscuridad del ego. Llegar a la luz es la salvación, así como dejarla constituye el primer ataque, reflejado en los ataques específicos dentro de nuestras vidas que son meramente los fragmentos sombríos del pensamiento original.
Dentro del sueño somos libres de creer que podemos elegir ataques y quejas. En realidad, sin embargo, no escogemos nada, porque el sistema de pensamiento del ego es inexistente. Esto refleja la idea fundamental de que creemos que tenemos el poder de elegir ilusiones, pero la única opción significativa que nos queda es deshacer la creencia en las ilusiones que nunca fueron.
Cuando elegimos la luz reconocemos que la oscuridad nunca estuvo allí. En nuestro sueño ilusorio creíamos en la oscuridad de la separación y el ataque. Sin embargo, cuando elegimos tomar la mano de Jesús y caminar por el camino que despierta del sueño, la oscuridad desaparece y nos damos cuenta de que ni siquiera estaba allí.
(76) No me gobiernan otras leyes que las de Dios.
He aquí la perfecta declaración de mi libertad. 3No me gobiernan otras leyes que las de Dios. La tentación de inventar otras leyes y de permitir que me subyuguen me acecha constantemente. Sufro únicamente porque creo en ellas. Pero en realidad no me afectan en absoluto. Estoy perfectamente a salvo de los efectos de cualquier ley, excepto las de Dios. Y las Suyas son las leyes de la libertad.
Para las aplicaciones concretas de esta idea, las siguientes variaciones pueden resultar útiles:
Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen.
Veo únicamente las leyes de Dios operando en esto.
Permítaseme dejar que sean las leyes de Dios las que operen en esto, y no las mías.
Todas las leyes que creemos que gobiernan nuestras vidas -física y psicológicamente- tienen efectos sólo porque elegimos ser un ego. Por lo tanto, eligiendo ser un individuo separado y poniéndonos bajo la guía del ego, debemos adherirnos a sus leyes. Por otro lado, cuando elegimos a Jesús como nuestro maestro y nos elevamos por encima del campo de batalla, fuera del sueño, las "leyes" del mundo -reflejando las "leyes" de la mente equivocada- no tienen poder. Ahí yace nuestra libertad.
Estas son palabras importantes. Por ejemplo, creemos en las leyes del cuerpo: Si bebemos veneno o comemos comida mala, nos sentimos enfermos; si nos exponemos a un virus, estamos enfermos. Entonces creemos que nuestra angustia se debe a los elementos nocivos que recibimos del exterior. Sin embargo, la verdad sigue siendo que sufrimos sólo por creer en estas leyes. Sin embargo, Jesús ciertamente no está diciendo que debemos sentirnos culpables porque nos sentimos mal, sino que nos está pidiendo que seamos conscientes de la verdadera fuente de nuestro dolor. Esto no se encuentra en los cuerpos, ni en nada externo, sino en la decisión de la mente de afirmar su individualidad y rechazo de Cristo. Así estamos invertidos en las leyes del odio y su justificación. Esta decisión de separarse, protegida por la proyección, es la causa de todo el sufrimiento.
Por otro lado, al elegir aprender de Jesús, aprendemos que las únicas leyes que realmente tienen son las de Dios. Ya que nada fuera de Su Mente es real, también debe ser que ninguna ley fuera de Él sea válida. Por lo tanto, las leyes del mundo no pueden tener efecto a menos que, una vez más, decidamos creer que sí lo tienen. Nuestra libertad radica en la decisión de ser libres, de no estar bajo ninguna ley, sino bajo la de Dios.
Comentario:
Las ideas que hoy se repasan parecen ocuparse de ideas muy diferentes, sin embargo tienen algo en común que sale en este repaso. Eso que tienen en común puede expresarse en este pensamiento: Sólo lo que es de Dios es real, lo que parece estar en oposición es sólo una ilusión sin poder alguno excepto el que le da mi creencia en ello.
La luz de la salvación ya ha venido. “Siempre elijo entre la verdad y la ilusión”, y “el ataque y los resentimientos no existen como opciones”. Verdaderamente no tengo alternativa a la luz porque no hay alternativa. Toda mi experiencia de obscuridad es una aventura en el error y nada más, no existe la obscuridad. “Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa”. Por esta razón el Texto me dice que es inevitable el resultado de mi drama aquí en la tierra. “Alcanzar a Dios es inevitable, y tú no puedes eludirlo, de la misma manera en que Él no te puede eludir a ti” (T.4.I.9:11). Al buscar que mi percepción cambie, únicamente estoy buscando lo que ya está ahí, y lo único que existe.
Únicamente me gobiernan las leyes de Dios. Las otras leyes que creo que tienen poder sobre mí son las leyes que yo he inventado. “Sufro únicamente porque creo en ellas. Pero en realidad no me afectan en absoluto”. Las leyes del ego no me pueden obligar, puedo liberarme de ellas ahora porque en realidad estoy libre de ellas siempre, no tienen ningún poder. Mi ego a veces parece enormemente poderoso, la reacción instintiva de dolor e ira parece fuera de mi control, pero no es así. Estoy libre de estas “leyes” del caos, del pecado, de la culpa, del castigo y de la separación. La sanación de todas las relaciones es inevitable porque las leyes de Dios nos unen, nunca separan. “Todo tendrá un desenlace feliz” (L.292, encabezamiento), porque no hay otras leyes que las de Dios, y no hay más voluntad que la de Dios. Únicamente mi creencia le da poder a la apariencia de que hay una voluntad opuesta, con leyes opuestas.
Que hoy contemple todo con esta comprensión. Donde parece haber obscuridad, que yo
proclame la realidad de la luz. Donde veo leyes que funcionan en oposición a Dios, que yo las
declare impotentes. Gracias, Padre, por la seguridad de Tu plan, la realidad de Tu luz en este
momento.
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