1. La idea de hoy te identifica a ti con tu único Ser. No acepta una identidad dividida, ni trata de formar una unidad entrelazando factores opuestos. Simplemente declara la verdad. Practica hoy esta verdad tan a menudo como puedas, pues extraerá a tu mente del conflicto y la llevará a los serenos campos de la paz. Ni el más leve escalofrío de miedo hará acto de presencia, pues habrá sido absuelta de la locura al haber abandonado la ilusión de una identidad dividida.
2. Volvemos a declarar la verdad acerca de tu Ser, el santo Hijo de Dios que mora en ti, a Cuya mente le ha sido restituida la cordura. Tú eres el espíritu que ha sido amorosamente dotado de todo el Amor, la paz y la dicha de tu Padre. Tú eres el espíritu que completa a Dios Mismo y que comparte con Él Su función de Creador. Él está siempre contigo, tal como tú estás con Él.
3. Hoy trataremos de acercar la realidad a tu mente todavía más. Cada vez que practicas, te vuelves cuando menos un poco más consciente, ahorrando en algunas ocasiones mil años o más. Los minutos que dedicas se multiplican una y otra vez, pues el milagro hace uso del tiempo, pero no está regido por él. La salvación es un milagro, el primero y el último; el primero que es el último, pues es uno.
4. Tú eres el espíritu en cuya mente mora el milagro en el que el tiempo se detiene; el milagro en el que un minuto que se dedique a la práctica de estas ideas se convierte en un lapso de tiempo ilimitado e infinito. Da, pues, gustosamente estos minutos, y cuenta con Aquel que prometió infundirlos de intemporalidad. Él respaldará con toda Su fortaleza cada pequeño esfuerzo que hagas. Concédele hoy los minutos que Él necesita para poder ayudarte a entender con Él que tú eres el espíritu que mora en Él y que hace un llamamiento a todas las cosas vivientes a través de Su Voz; el espíritu que ofrece Su visión a todo aquel que se la pide y que reemplaza el error con la simple verdad.
5. El Espíritu Santo se regocijará de tomar cinco minutos de cada hora de tu tiempo para llevarlos alrededor de este mundo afligido donde el dolor y la congoja parecen reinar. No pasará por alto ni una sola mente receptiva que esté dispuesta a aceptar los dones de curación que esos minutos brindan, y los concederá allí donde Él sabe que han de ser bien recibidos. Y su poder sanador aumentará cada vez que alguien los acepte como sus propios pensamientos y los use para curar.
6. De esta manera, cada ofrenda que se le haga se multiplicará miles de veces y decenas de miles más. Y cuando te sea devuelta, sobrepasará en poderío la pequeña ofrenda que hiciste, en forma parecida a como el resplandor del sol es infinitamente más potente que el pequeño destello que emite la luciérnaga en un fugaz instante antes de apagarse. El constante fulgor de esta luz permanecerá y te guiará más allá de las tinieblas; y jamás podrás olvidar el camino otra vez.
7. Comienza estos gratos ejercicios con las palabras que el Espíritu Santo te dice, y deja que su eco reverbere por todo el mundo a través de Él:
Espíritu soy, un santo Hijo de Dios; libre de toda limitación, a salvo, sano y pleno.
Libre para perdonar y libre para salvar al mundo.
3Expresado a través de ti, el Espíritu Santo aceptará este regalo que recibiste de Él, aumentará su poder y te lo devolverá.
8. Ofrécele gustosamente hoy cada sesión de práctica. Y Él te hablará, recordándote que eres espíritu, uno con Él y con Dios, uno con tus hermanos y con tu Ser. Escucha las seguridades que te da cada vez que pronuncias las palabras que Él te ofrece hoy, y permite que Él le diga a tu mente que son verdad. Utilízalas contra cualquier tentación, y evita las lamentables consecuencias que la tentación trae consigo si sucumbes a la creencia de que eres otra cosa. El Espíritu Santo te brinda paz hoy. Recibe Sus palabras, y ofréceselas a Él.
La tendencia, especialmente en la medicina holística, a unificar el espíritu, la mente y el cuerpo no concuerda con esta lección, que deja claro una vez más que es imposible entrelazar en una unidad dos estados que son mutuamente irreconciliables: el espíritu y la mente dividida; el espíritu y el cuerpo. Por lo tanto, se nos pide que elijamos entre la verdad y la ilusión.
La verdad es que somos espíritu, el Ser al que llevamos todos los falsos pensamientos de nuestra identidad. Estas ilusiones han sido tan bien aprendidas que se necesita mucha práctica para desaprenderlas. El propósito de estos ejercicios es motivarnos, así como proporcionar un marco para este desaprendizaje. Nuestra realidad es el espíritu, no la mente o el cuerpo dividido. Cuando escogemos al Espíritu Santo, escogemos el pensamiento en nuestras mentes que es la memoria de quiénes somos como Cristo. Pedirle al Espíritu Santo que nos enseñe a perdonar nos restaura la cordura que corrige las ilusiones del ego. El miedo ha sido traído al amor, que lo disuelve suavemente en la verdad. A medida que cumplimos nuestra función de perdón aquí, nuestra función de creación en el Cielo regresa a nuestra conciencia como espíritu, y recordamos la Unidad que nos creó como uno con Él.
Jesús nos enseña que cuando elegimos un milagro, elegimos deshacer grandes secciones de nuestro sistema de pensamiento que creemos que existen en el tiempo. El milagro está fuera del tiempo, y así "todo el tiempo se detiene" dentro de él. Representa nuestras mentes correctas, a las que acudimos cuando queremos reconocer que hemos estado equivocados y que el Espíritu Santo está en lo correcto. Elegir el milagro significa, pues, dejar que la mano del ego vaya y tomar en su lugar la del Espíritu Santo. El tema subyacente aquí es que el Espíritu Santo no puede ayudarnos a menos que se lo permitamos. En otras palabras, nuestra parte es dar "estos minutos... y cada pequeño esfuerzo" al Espíritu Santo. En lugar de gastarlos en negar la verdad, se nos pide que apliquemos ese mismo esfuerzo para corregir nuestro error.
Tu parte es sólo ofrecerle un poco de buena voluntad para permitirle eliminar todo temor y odio, y ser perdonado (T-18.V.2:5).
¿Qué es la tentación sino el deseo de permanecer en el infierno y en la aflicción? ¿Y a qué puede dar lugar esto, sino a una imagen de ti mismo que puede estar afligida y permanecer atormentada y en el infierno? El que ha aprendido a no ver a su hermano de esta manera, se ha salvado a sí mismo y, por ende, se ha convertido en el salvador de todos los demás. Dios ha encomendado a todos a cada uno, pues un salvador parcial es uno que sólo se ha salvado parcialmente. Los santos hermanos que Dios te ha encomendado para que los salves son todos aquellos con quienes te encuentras o a quienes contemplas sin saber quién son; los que viste por un instante y luego olvidaste; los que conociste hace mucho; los que conocerás algún día; aquellos de los que ya no te acuerdas y los que aún no han nacido. Pues Dios te ha dado a Su Hijo para que lo salves de cualquier concepto que él jamás haya abrigado. (T31.VII.10)
La responsabilidad nunca recae sobre los hombros de Jesús o del Espíritu Santo, sino sobre los nuestros. El resultado final de Un Curso de Milagros -y esto no se puede enfatizar lo suficiente- no es lo que Ellos harán por nosotros, sino nuestra elección contra el ego para que Su amor sea libre de impregnar cada aspecto de nuestras vidas.
Una vez más, Jesús está diciendo que estas lecciones no tienen relevancia a menos que las apliques a instancias específicas cuando estés molesto, ansioso o de alguna manera inquieto. Antes de alcanzar la forma de la magia que aliviará tu inquietud, pídele a Jesús que te ayude. Nunca te dirá que no uses la magia, pero su punto es que no puede ayudarte a despertar de tu sueño de dolor a menos que se lo pidas.
Por lo tanto, siempre que estés tentado a usar alguna forma de especialidad como una forma de aliviar tu ansiedad o culpa, piensa primero en la lección y díselo a Jesús: "Por favor, ayúdame a ver mi disgusto de otra manera."
No olvides que la motivación de este curso es alcanzar y conservar el estado de paz. En ese estado la mente se acalla y se alcanza la condición en la que se recuerda a Dios. No es necesario que le digas lo que Él debe hacer. Él no fallará. Allí donde puede entrar, Él ya ha entrado. (T24.In.1,4)
Propósito:
Acercar la realidad a tu mente todavía más. Sacar a tu mente del conflicto de una identidad dividida y llevarla a la paz de tu identificación con tu único Ser.
Respuesta a la tentación:
Cada vez que te sientas tentado a creer que no eres espíritu. Repite:
“Espíritu soy, un santo Hijo de Dios; libre de toda limitación, a salvo, sano y pleno. Libre para perdonar y libre para salvar al mundo.”
Apoyo a la práctica:
Cada vez que practicas tu mente se acerca más a la realidad. Esta lección hace la sorprendente afirmación de que en algunas de tus prácticas ahorras mil años o más. Esto se debe a que el Espíritu Santo toma los pensamientos sanadores que produces en tus ejercicios y los lleva alrededor del mundo, depositándolos en cada mente que esté abierta a la sanación que llevan. Cada mente que los acepta los refuerza, de modo que a través de este proceso, estos pensamientos multiplican su poder millones de veces. El resultado es que, cuando el Espíritu Santo te los devuelve, tus cinco minutos pueden convertirse ciertamente en mil años. Está claro que esto es un enorme estímulo para tu práctica, pues no sólo puedes acelerar inmensamente tu viaje sino que también puedes llevar sanación a personas de todo el mundo.
Comentario:
El único Ser del que habla el Curso es espíritu. Afirmar: “Soy espíritu” es abandonar todas las ilusiones de una identidad dividida, de un ser bueno y malo, y de todos los intentos que podríamos hacer para reconciliar de algún modo el ego, que está limitado a un cuerpo, con el espíritu que no está limitado por un cuerpo.
El “no-dualismo” del Curso no es del tipo que dice: “Todo es uno porque todos los aparentes opuestos son polos opuestos de la unidad”. No obtiene un concepto de unidad al unir opuestos de algún modo; enseñando por ejemplo que el mal y el dolor son parte del Uno. En lugar de eso, el Curso afirma la unidad declarando que todo lo que parece oponerse a la santidad y al amor es una ilusión y no existe. La Introducción al Texto declara: “Aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos” (T.In.1:8). Se nos pide “reconocer a tu Ser como un amor que no tiene opuesto en ti” (L.99.9:8). “El amor no puede tener opuestos” (L.259.2:3).
El Curso utiliza mucho la repetición, aparentemente cree firmemente que repetir la misma idea una y otra vez tiene grandes beneficios. Se nos dice: “practica hoy esta verdad tan a menudo como puedas”. ¿Por qué se insiste en la repetición? Porque “cada vez que practicas, te vuelves cuando menos un poco más consciente”. Puede que no logres sorprendentes avances; si eres como la mayoría de las personas, probablemente no lo lograrás la mayoría de las veces. Pero de vez en cuando, se ahorran “mil años o más”.
Para aquellos que piensan que el Curso enseña una salvación inmediata, me gustaría señalar algo sobre esta última línea. Si algunas veces podemos ahorrar mil años mientras practicamos, ¿Qué da a entender eso acerca de la duración que puede tomar todo el viaje? Si estamos eliminando fragmentos de mil años, ¿Cuánto dura todo ello? Tiene que ser por lo menos mil años y un día, ¿de acuerdo? No quiero que esto sea deprimente, el Curso se presenta a sí mismo como un medio de ahorrar tiempo, y claramente enseña que cualquiera de nosotros podría despertar en cualquier momento que lo elijamos. Pero está muy claro que puede llevar miles de años llevarnos al momento de querer despertar. Así que no debemos esperar la iluminación de la noche a la mañana, tampoco debemos no esperarla. La actitud que el Curso anima a tener hacia el tiempo es de despreocupación acerca de él, ya que es parte de la ilusión.
“La Expiación se puede equiparar a la escapatoria total del pasado y a la total falta de interés por el futuro” (M.24.6:3).
Cuando hacemos nuestro pequeño esfuerzo de cinco minutos para Dios, el Espíritu Santo une toda Su fortaleza a la nuestra. Él toma lo poco que damos y lo lleva alrededor del mundo a cada mente abierta para recibirlo. Los regalos que Le damos Él los multiplica diez millones de veces (miles de veces y decenas de miles más). Toma eso literalmente o como una forma de hablar, no importa, el significado es el mismo, lo que Le damos a Él se multiplica y extiende a millones de mentes porque todas las mentes están unidas. Cuando yo practico, no estoy practicando para mí solo, el despertar de mi mente impulsa a todas las mentes. Cuando te sientas en silencio durante cinco minutos, estás salvando al mundo.
Por cada parte que das, lo recibimos multiplicado diez millones de veces. “Sobrepasará en poderío la pequeña ofrenda que hiciste, en forma parecida a como el resplandor del sol es infinitamente más potente que el pequeño destello que emite la luciérnaga”. ¿Importa este tipo de práctica? ¡Puedes apostar que sí! Cuando recuerdo lo que dice esta lección, el tiempo que paso recordando “Espíritu soy, un santo Hijo de Dios” parece mucho más importante y significativo. No es sólo mi pequeño yo luchando para hacer mi pequeña práctica, es el Hijo de Dios recordándose a Sí Mismo. Es el despertar de Cristo en toda la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario