viernes, 23 de febrero de 2024

Lección 54 Primer repaso





Éstas son las ideas para el repaso de hoy:

1. No tengo pensamientos neutros.

Tener pensamientos neutros es imposible porque todos los pensamientos tienen poder. O bien dan lugar a un mundo falso o bien me conducen al mundo real. Pero es imposible que no tengan efectos. Del mismo modo en que el mundo que veo procede de mis errores de pensamiento, así también el mundo real se alzará ante mis ojos cuando permita que mis errores sean corregidos. Mis pensamientos no pueden ser simultáneamente verdaderos y falsos. Tienen que ser lo uno o lo otro. 8Lo que veo me muestra si son verdaderos o falsos.


2. No veo cosas neutras.

Lo que veo da testimonio de lo que pienso. Si no pensase no existiría, ya que la vida es pensamiento. Permítaseme mirar al mundo que veo como la representación de mi propio estado de ánimo. Sé que éste puede cambiar. Y sé asimismo que el mundo que veo puede cambiar también.


3. No soy el único que experimenta los efectos de mi manera de ver.

Si no tengo pensamientos privados, no puedo ver un mundo privado. Incluso la descabellada idea de la separación tuvo que compartirse antes de que se pudiese convertir en la base del mundo que veo. Sin embargo, cuando se compartió esa idea no se compartió nada. Puedo invocar también mis pensamientos reales, los cuales comparto con todo el mundo. Así como mis pensamientos de separación invocan pensamientos de separación en otros, mis pensamientos reales despiertan en ellos sus pensamientos reales. Y el mundo que mis pensamientos reales me muestran alboreará en su visión así como en la mía.


4. No soy el único que experimenta los efectos de mis pensamientos.

No soy el único en nada. Todo lo que pienso, digo o hago es una enseñanza para todo el universo. Un Hijo de Dios no puede pensar, hablar o actuar en vano. No puede ser el único en nada. Tengo, por lo tanto, el poder de cambiar a todas las mentes junto con la mía porque mío es el poder de Dios.


5. Estoy decidido a ver.

Puesto que reconozco que la naturaleza de mis pensamientos es que los comparto con todo lo que existe, estoy decidido a ver. Veré los testigos que me muestran que la manera de pensar del mundo ha cambiado. Veré la prueba de que lo que se ha obrado por mediación mía ha permitido que el amor reemplace al miedo, la risa a las lágrimas y la abundancia a las pérdidas. Quiero contemplar el mundo real, y dejar que me enseñe que mi voluntad y la Voluntad de Dios son una.




Comentario:

Este repaso relaciona estas ideas como un poderoso motivador para cambiar mis pensamientos.

Mis pensamientos hacen el mundo, ya sea un mundo falso o el mundo verdadero. El mundo que veo es la representación de mi propio estado mental”. Puedo contribuir a fabricar un mundo de separación, o si elijo mis pensamientos reales, puedo despertar esos pensamientos en otros. “Todo lo que pienso, digo o hago es una enseñanza para todo el universo”. Al cambiar mi propia mente, puedo cambiar todas las mentes junto con la mía. Cuando me doy cuenta de esto, me lleno de una determinación activa de contemplar el mundo real, de abrir mi mente a los pensamientos que comparto con Dios, y al hacerlo así, transformar el universo.

Arquímedes es conocido por haber dicho: “Dadme una palanca lo suficientemente larga, y moveré el mundo”. Yo tengo esa palanca. Es mi mente: “porque mío es el poder de Dios”. Un hombre cuya mente esté completamente transformada transformará todo el mundo. Jesús fue ese hombre, y el impacto de Su pensamiento todavía se está extendiendo, las ondas todavía se están extendiendo en el estanque de la mente. Puedo unirme a Él y añadir el poder de mi mente al Suyo.

Yo quiero ver “el amor… reemplazar al miedo, la risa… reemplazar a las lágrimas”. Quiero dejar que esto se haga a través de mí. En cada situación en la que me encuentre hoy, con cada persona que encuentre, que éste sea mi propósito. Puedes hacer mucho en favor de tu propia curación y la de los demás si en situaciones en las que se requiere tu ayuda piensas de la siguiente manera:

Estoy aquí únicamente para ser útil.
Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar. 
                                                                                                                                           (T.2.V.A.18:2-3).

Al permitir que mi mente cambie, llevaré sanación a todos con los que me encuentre hoy.


"Todo pensamiento produce forma en algún nivel" (T-2.VI.9:14). Nuestros pensamientos tienen efectos extraordinarios. Pueden hacer el mundo de lo especial en el que vivimos, o ayudarnos a alcanzar el mundo real mediante la completa destrucción del mundo del ego.

El mundo real, que es el producto final del perdón, es el estado mental en el que todos los pensamientos del ego han sido deshechos. No es algo que se elige específicamente, sino más bien es el estado natural de la mente sin culpa cuando el sistema de pensamiento del ego de la culpa ha sido elegido en contra.

No tenemos el Cielo y el infierno, o el infierno y el Cielo. Son estados mutuamente excluyentes. Hay Dios, y no hay nada más. Si creemos que hay algo más, estamos creyendo que no hay Dios.

[El mundo es] la imagen exterior de una condición interior (T-21.in.1:5).
[Percepción] es la imagen externa de un deseo; una imagen que tú querías que fuera cierta (T-24.VII.8:10).

No podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar de opinión. Ciertamente, "el mundo que veo también puede cambiar". Sin embargo, esto no significa que el mundo exterior pueda cambiar, sino más bien que la forma en que yo lo veo cambiará.

Al perdonarte, reflejo que tú y yo no tenemos intereses separados, porque compartimos la misma necesidad de despertar del sueño de la separación, la culpa y el odio. Eso comienza el proceso de revertir la fragmentación del ego. Como enfatiza el texto: Si te perdono perfectamente, detrás de ti hay miles más, y detrás de cada uno hay otros miles (T-27.V.10:4). Esto significa que si te perdono perfectamente, he perdonado la filiación: hay un solo Hijo.

Esto me dice cuál es mi función: No es para sanar a otros, ni para cambiarlos o enseñarles de la manera convencional. Mi función es recordarte que la elección que he hecho en el instante santo es la misma que tú puedes hacer.

Así, cuando elijo a Jesús como mi maestro en lugar del ego, y libero mis quejas a través del perdón, estoy enseñando que hay un pensamiento correcto en ti también, y en ese momento me he convertido en un símbolo de sanación para ti. No tengo que decir nada, ni predicarte. De hecho, no hago nada. Por otra parte, el usted puede ser alguien que murió hace veinte años. Ya que las mentes están unidas, el perdón no tiene nada que ver con los cuerpos. Tú como pensamiento y yo como pensamiento seguimos unidos. Siempre que elijo dejar ir mis quejas contra ti, estoy enviando un mensaje claro que dice: "Despierta del sueño de la muerte". Entregar ese mensaje es nuestra única función.

Enviamos mensajeros de amor o de miedo, y lo que enviamos lo vemos fuera de nosotros, que se convierten en los testigos que muestran lo que hemos elegido. Si estamos enojados o molestos, tercos o teniendo una rabieta, eso nos dice que hemos enviado mensajeros de la culpabilidad, el miedo, el odio, y ciertamente de la separación. Es a estos testigos externos a los que hacemos realidad en nuestra percepción, viéndolos fuera en vez de dentro de nosotros mismos. Otro pasaje en el texto ilustra el importante papel que nuestras percepciones juegan en la sanación. Al observar a los testigos en el mundo que percibo, se me enseña a verlos como un reflejo de una decisión que tomé en mi mente. Sólo entonces puedo ejercer el poder de la mente para cambiar esta decisión:

La condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que proyectas sobre el mundo. Si lo ves como algo condenado, lo único que verás es lo que tú has hecho para herir al Hijo de Dios. Si contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de Dios para liberarlo. Estas son las únicas alternativas que tienes ante ti. Y lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá reconocer cuál de ellas elegiste. El mundo que ves tan sólo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. Y si ése es su significado, el poder de dar dicha tiene entonces que encontrarse en ti. (T.21.In.2)


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