El repaso de hoy incluye lo siguiente:
1. Estoy decidido a verlas cosas de otra manera.
Lo que ahora veo no son sino signos de enfermedad, desastre y muerte. Esto no puede ser lo que Dios creó para Su Hijo bien amado. El hecho en sí de que vea tales cosas demuestra que no entiendo a Dios. Por lo tanto, tampoco entiendo a Su Hijo. Lo que veo me muestra que no sé quién soy. Estoy decidido a ver los testigos de la verdad en mí, en vez de aquellos que me muestran una ilusión de mí mismo.
2. Lo que veo es una forma de venganza.
El mundo que veo no es en modo alguno la representación de pensamientos amorosos. Es un cuadro en el que todo se ve atacado por todo. Es cualquier cosa menos un reflejo del Amor de Dios y del amor de Su Hijo. Son mis propios pensamientos de ataque los que dan lugar a este cuadro. Mis pensamientos amorosos me librarán de esta percepción del mundo y me brindarán la paz que Dios dispuso que yo tuviese.
3. Puedo escaparme de este mundo renunciando a los pensamientos de ataque.
En esto, y sólo en esto, radica la salvación. Si no albergase pensamientos de ataque no podría ver un mundo de ataque. A medida que el perdón permita que el amor retorne a mi conciencia, veré un mundo de paz, seguridad y dicha. Y esto es lo que elijo ver, en lugar de lo que ahora contemplo.
4. No percibo lo que más me conviene.
¿Cómo podría reconocer lo que más me conviene si no sé quién soy? Lo que yo creo que más me convendría no haría sino atarme aún más al mundo de las ilusiones. Estoy dispuesto a seguir al Guía que Dios me ha dado para descubrir qué es lo que más me conviene, reconociendo que no puedo percibirlo por mi cuenta.
5. No sé cuál es el propósito de nada.
Para mí, el propósito de todas las cosas es probar que las ilusiones que abrigo con respecto a mí mismo son reales. Para eso es para lo que trato de usar a todo el mundo y todas las cosas. Para eso es para lo que creo que es el mundo. Por lo tanto, no reconozco su verdadero propósito. El propósito que le he asignado ha dado lugar a una imagen aterradora del mismo. Quiero que mi mente se vuelva receptiva al verdadero propósito del mundo renunciando al que le he asignado, y descubrir la verdad acerca de él.
Comentario:
Por supuesto, estoy decidido a ver las cosas de otra manera: “enfermedad, desastre y muerte” no son lo que yo quiero ver. El hecho de que las vea demuestra que no entiendo a Dios, y que no sé quién soy. El mundo que veo refleja pensamientos de ataque, “todo se ve atacado por todo” . En este mundo todo vive al consumir la vida de otra cosa, ya sea un animal o una planta hay poca diferencia. Incluso la forma de vida más humilde vive de la energía emitida por la destrucción del sol. ¿Qué da lugar a este mundo? Mis propios pensamientos de ataque.
“Mis pensamientos amorosos me librarán de esta percepción del mundo”. Cambiar mi mente del ataque al amor cambiará el mundo que veo. “Y es esto lo que elijo ver, en lugar de lo que ahora contemplo”.
¡No es de extrañar que esté confundido sobre lo que más me conviene! No sé quién soy, ¿Cómo puedo saber lo que necesito? Estoy decidido a aceptar la dirección de Uno que me conoce, entiendo que no puedo percibir por mí mismo lo que más me conviene. Utilizo todo para mantener mis ilusiones sobre mí mismo. Lo que necesito es un modo de dejar que el mundo me enseñe la verdad sobre mí mismo. Viéndolo como lo veo, el mundo es aterrador; quiero conocer la verdad.
La transformación depende de mi buena voluntad para reconocer que no me gusta lo que veo, y puesto que lo que veo procede de lo que pienso, quiero cambiar lo que pienso. No sé lo que más me conviene, y el propósito que le he asignado a todo ha sido distorsionado para apoyar mi identificación con el ego, así que ahora estoy dispuesto a abandonar estas ideas. Confuso como estoy, ¿Cómo puedo enseñarme a mí mismo lo que no sé? Necesito un Maestro fiable, de confianza, y en el Espíritu Santo tengo ese Maestro.
Mi única tarea es dejarme enseñar al abandonar mi falsa manera de pensar, abandonando mis pensamientos de ataque. Creo que me apoyan, pero me están destruyendo. Decido hoy elegir de manera diferente, y abrir mi mente a una manera de pensar que, todavía, no puedo entender. Abro mi corazón al amor.
Este es al menos un buen paso inicial, porque si pensamos que estamos viendo un mundo de luz, paz y alegría, creeremos que entendemos a Dios, a Jesús y, desafortunadamente, a su camino. Reconocer que lo que vemos "son los signos de la enfermedad, del desastre y de la muerte" es el comienzo de la humildad que llega hasta la Sabiduría. Comenzamos negando el sistema de pensamiento de negación del ego, y gradualmente, paso a paso, Jesús nos guía a entender que el espíritu y el ego son estados mutuamente excluyentes, y también lo son el amor y el odio, la vida y la muerte, la alegría y el dolor. Hacer una realidad es negar la otra.
Una vez que hemos aprendido a diferenciar entre la forma y el contenido, llamamos a nuestro nuevo Maestro para que nos ayude a ver verdaderamente, la visión de Cristo que nos recuerda quiénes somos -junto con nuestros hermanos- como el Hijo único de Dios.
Estoy dispuesto a seguir al Guía que Dios me ha dado para descubrir qué es lo que más me conviene, reconociendo que no puedo percibirlo por mi cuenta. Que no podemos hacer esto sin ayuda es un tema extremadamente importante en todo el Curso de Milagros. No hay manera de que podamos hacer esto sin la ayuda del Espíritu Santo o de Jesús. La humildad dice: "No lo sé, no lo entiendo, pero gracias a Dios hay Alguien en mí que lo hace, y gracias a Dios Él tiene razón y yo estoy equivocado". Por eso Jesús dice que nos necesita tanto como nosotros lo necesitamos a él (T-8.V.6:10): no puede ayudarnos a menos que se lo pidamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario